🥀𝕮𝖆𝖕. 5) 𝙴𝚕 𝙹𝚊𝚛𝚍í𝚗 𝙳𝚎𝚕 𝙿𝚊𝚜𝚊𝚍𝚘🥀

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Lᴀ ᴇsᴘᴇʀᴀɴᴢᴀ ᴇs ᴇʟ ᴀʀᴄᴏɪʀɪs sᴏʙʀᴇ ᴇʟ ᴛᴏʀʀᴇɴᴛᴇ ɪᴍᴘᴇᴛᴜᴏsᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ.

–𝔉𝔯𝔦𝔢𝔡𝔯𝔦𝔠𝔥 𝔑𝔦𝔢𝔱𝔷𝔰𝔠𝔥𝔢.

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El amor de una familia siempre será lo más especial por lo que el ser humano se debatirá entre la vida y la muerte.
Por quince años, Aria buscó hacer de todo para que su familia entendiera que a pesar de tener los genes de un hombre que no había hecho nada más que hacerles daño, ella era justamente todo lo contrario, y hasta cierto punto, ella misma había llegado a creer lo que quería demostrar; pero con el paso del tiempo, lo que descubrió fue justamente lo contrario, ella no era en nada parecida a su familia... Todos ellos siempre buscaban la manera de mantenerse unidos sun importarles que muchas veces, lastimaban a más de una persona en el proceso. Ella no era así... El fuego en su corazón era mucho peor que eso; ella anhelaba arder y crear caos a su alrededor, no le importaba en lo absoluto seguir reglas que limitaban a su espíritu y cuando la tormenta en Alec se convirtió en huracán, por fin pudo desatar el fuego de su corazón; por fin pudo ser libre y es siempre se lo agradecería.
Él había sido su detonador hacia la vida que había añorado por tanto tiempo. Por ende, el verlo tan devastado le estrujaba el alma; habia querido distraerlo de camino a la oficina del juez, pero la sonrisa que poseía el chico se había ido. Ahora todo lo que había entre ellos no pasaba del silencio, o al menos así fue hasta que llegaron a la oficina (la cual estaba cerrada pero se podían oír claramente varias voces).

—¿Qué está esperando?.

—Señora lo lamento, pero he recibido una llamada hace unas horas y debo esperar hasta que...

—No me importan sus llamadas. Empiece a hacer el reparto de bienes.

La mano de Aria fue tomada con fuerza y antes de que tuviese tiempo de reaccionar, Alec la obligó a ir tras él y entrar a la sala llamando de inmediato la atención de todos los presentes.

—¿Alexander?.

La mujer castaña que se encontraba sentada los observó sorprendida, había pequeñas matices de ella que le resultaban conocidos (aunque por mucho que intentaba encontrarle similitud con los rasgos de Alessia o Alec, no lo conseguía), pero de igual manera, había algo distante en su mirada que no le agradaba; mientras tanto, al otro extremo de la mesa, se encontraba un hombre de mediana estatura, cabello igual de castaño que el de la mujer, y sorprendentemente para Aria, en ellos si que encontró demasiado parecido.

—¿Qué haces aquí?.

La mirada de Alec fue hacia el juez, quien permanecía observando los papeles que tenía frente a él en la mesa.

—Supongo que Benjamín aún no les ha dicho nada.

Muy pcas veces Aria había visto el coraje que portaba Alec; normalmente él siempre era amable con todos por mucho que buscaran fastidiarle el día, pero en aquella ocasión, lo que menos parecía llamarle la atención al pelinegro, era la paciencia.
Ambos tomaron asiento cerca del abogado.

—¿Qué tiene que decirnos?.

—Sé lo que hicieron. —El rostro del hombre se puso pálido y Aria supo de inmediato que aquello había sido su peor error —Ustedes supieron de mi matrimonio y sobornaron a este imbécil juez para que falsificara los documentos que me acreditaban el derecho de todo lo que fue de mi madre.

El Delirio De Los Sueños... © [Libro #1/ Secuela Locura]Where stories live. Discover now