Capítulo 1

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Infancia
"Aquellos que subyagan al Señor, dirán: “Señor, ten piedad"
Apartado 1
"Señor, protégeme de las manos del impío, defiéndeme
de la gente violenta, que piensan como hacerme tropezar"
Salmo 140,5
La niña de ojos violetas, se encontraba mirando el cielo oscuro sin estrellas, siendo su único pensamiento el de huir antes de que la atraparan, pero no podía, no sin antes ir donde su padre y pedirle que se fueran a cualquier otro lugar, que no tuviese nada que ver con esas leyes y tradiciones de índole mortal para cualquiera que se rebelará.
La niña descartó rápidamente ese pensamiento y se fue abriendo camino por las calles desoladas hasta llegar hacia la casa, porque, aunque dormí allí y vivía de forma tranquila con sus padres, nunca llego a sentirse a gusto, no con ella alrededor.
Abrió la puerta, y lo único que encontró fue silencio.
—¿Mamá? — preguntó, a la nada.
— ¿Papá? — preguntó de nuevo, sin esperar ninguna respuesta.
—¿Mamá, Papá dónde están? — repitió al unísono de forma continua, sin recibir respuesta.
Aterrada de su destino, pero con mucha valentía, recorre toda la casa, y el único pensamiento que cruza en su mente es:
Mis padres se fueron.
Esa niña de ojos violetas de nombre Lorelai, había recibido un duro golpe al notar que sus padres la dejaron, y pensó que no podía pasar nada tan malo como ese hecho. Desde un pequeña, había comenzado a ser independiente de sus padres, lo tanto que lo permitía esa época.
Ella sabía que su propósito no abdicaba en estar en ese pueblo, sumándole el hecho de que todo el mundo, la odia por ser hija de una mestiza, aunque nadie pudiese comprobar ese hecho. A una edad temprana de 4 años, la niña descubrió su destino y supo de forma cruda, que su único modo de sobrevivir era siendo fuerte, o al menos intentándolo hasta que él viniera por ella, el solo hecho de pensar en eso, en ese destino incierto para muchos, pero no para ella, siempre la dejaba perturbada y paralizada de terror, como lo hacía en ese momento, al recordar que eso que evitaba a toda costa, se cernía sobre ella como la noche solapa la luz día, y evitaba que cualquier rayo de luz esperanzadora muriera.

Los Elegidos de la Muerte - Eres tú Where stories live. Discover now