Contra tiempo ✔ [#2]

🌀 CAPÍTULO 3 🌀

Adham

Seguían mirando al barco que se encontraba a solo metros de ellos. Un bote con tres guardias iba camino al Rapsodia, Adham solamente metió su mano bajo la capa para tomar el mango de su espada, pero Elizabeth tomó su mano y para decirle que todo estaba bien.

Al llegar el bote, Dorian y Oliver bajaron una escalera de cuerda para que pudiera subir, al subir se dieron cuenta de que era el capitán del barco, el coronel de Seele y el segundo oficial. El capitán y el coronel miraban muy serios a Adham, mientras que el segundo oficial lo miraba con admiración, ya que perfectamente sabía que era el segundo pirata más buscado en todo el mundo, el primer puesto lo tenía su padre.

Toda la tripulación los miraban con desconfianza, solo estaban esperando la señal de su capitán para atacar.

—¿Qué es lo que se les ofrece? —preguntó Adham indiferente.

—Tenemos que hablar con usted muy seriamente —contestó el capitán del barco.

Elizabeth que estaba a un lado de Adham se acercó a ellos.

—¿De qué quieren hablar con él?

Los tres hombres la miraron con seriedad, ya que pensaban que Adham la regañaría por hablar sin su permiso.

—Esto no asunto de usted, señora Nightmare.

—Todo asunto mío, es de mi esposa —dijo Adham tomando del hombro a Elizabeth y sin apartar la mirada del capitán del otro barco.

—Está bien, vamos al camarote le explicaremos todo con mejor detenimiento —dijo el coronel.

Adham asintió con la cabeza y los acompañó al camarote, Elizabeth entró primero y luego entraron los caballeros. Al entrar les ofreció asiento, pero estos negaron con la cabeza, entonces Elizabeth se sentó enfrente de ellos, algo que no les pareció para nada, luego Adham se acercó a ella y colocó una mano sobre su hombro.

—¿De qué quieren hablar caballeros? —preguntó mirándolos con atención y esperando una respuesta.

—Señor Nightmare, usted está arrestado por el intento de asesinato del duque Petit y de todos los invitados a esa reunión —dijo el coronel mirando a Adham con una pequeña sonrisa en el rostro—. Por fin te encarcelarán y morirás pudriéndote en prisión, como las malditas ratas.

—No pueden encarcelarme —dijo Adham parándose más derecho y posándose enfrente del coronel—. No tienen pruebas de que yo lo hice.

El coronel con una sonrisa cínica lo miro fingiendo tristeza.

—Resulta que uno de los invitados logró escapar, fue a buscarnos y nos contó toda la historia —decía todavía con esa sonrisa—. De hecho, también encerraremos a su esposa y déjeme decirle que en prisión nadie la podrá proteger. Ella estará en peligro y nadie la podrá salvar.