7: Explicaciones

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Siguieron hablando entre mi padre, mi primo y la novia de este. Ni mi madre ni yo dijimos nada. Ella me miraba a veces por el espejo, sin llegar a creerse que volvía a estar entre ellos.

—¿Cómo me encontrasteis después de estos años? –pregunté de golpe. Todos se callaron al instante. Silencio. —¿Cómo estabais al corriente de que estaría hoy allí? Porque ni yo lo sabía.

—Carly... -comenzó Orana.

—En serio, quiero saberlo –insistí.

—Orana, deberías empezar tú –sugirió mi primo, al cual miré e hizo un gesto en dirección a la rubia, para que le prestara atención a ella.

—Sí –asintió la muchacha, de acuerdo con mi primo. Me miró- todo empezó cuando me contrataron en la productora discográfica del Sr. Hunter como contable –comenzó, dejando de mirarme solo algunos segundos para dirigir su vista a Dai para que este le hiciera señales de que continuara.

—Felicidades por el trabajo, Orana –la felicité, realmente contenta de que por fin trabajara en algo que le gustase, puesto que sabía que a ella se le daban bien las cuentas.

—Gracias –me sonrió, agradecida por ello-. ¿Continúo?

—Sí, sí, sigue.

—Tras un mes trabajando, escuché decir al Sr. Hunter que necesitaba voces nuevas, que tenían que empezar a buscar talentos que todavía no habían sido reconocidos. Mi superior y mis compañeros de trabajo, que ya sabían que Dai cantaba, se lo propusieron y el Sr. Hunter me pidió que lo llevase un día para poder escucharle en directo.

—Y ahí fue cuando entré yo –dijo mi primo-. Hice una prueba y me propuso sacar un disco con las canciones que tenía hasta ahora. En un principio –iba a decir algo pero él negó con la cabeza levantando una mano, como señal de que me esperase- no tenía ganas, puesto que muchas de esas eran sobre ti, Carly.

—Pero nosotros le animamos –intervino mi padre.- Tanto tu madre como yo pensamos que quizá podría llegarte su música de alguna manera y así que, estuvieras donde estuvieras, pudieses comprobar que aún seguíamos pensando en ti, recordándote y buscándote sin parar –explicó por todos los presentes en ese momento.

—La música siempre ha sido la forma de comunicarnos en nuestra familia –recordé.- ¿Y cómo llegasteis a saber qué estaba con ellos? Porque no creo que el Sr. Ayrton fuera a vosotros y os dijera "oye, que tengo a Carly conmigo" de buenas a primeras –comenté, poniendo la voz más grave en el momento en que intenté interpretar al productor de música.

—No, claro que no –negó Orana, con una suave sonrisa divertida en el rostro-. Cuando el Sr. Hunter escuchó las canciones de Dai me preguntó, un día que tu primo no estaba, en quién estaban inspiradas las que no eran de amor y le dije que en ti. Me preguntó qué te había pasado y le conté lo que sabíamos o imaginábamos, ya que realmente no sabíamos la verdad de lo que te sucedió.

—Unos días más tarde, cuando fui para grabar, el Sr. Hunter me mandó ir a su despacho para preguntarme más sobre ti. Le enseñé una foto nuestra y se quedó helado. Le pregunté qué le pasaba y me enseñó una en la que salían él, su esposa, sus hijas y otra chica entre ellas. Y esa...

—Y esa era yo –terminé la frase de mi primo. Él y Orana asintieron.

—Llamó por teléfono a su mujer para contarle lo sucedido y ambos estuvieron de acuerdo en que tenían que hacer algo para que nos reencontráramos. Y así fue como sucedió –terminó mi primo.

—Nos alegramos tanto de volver a tenerte entre nosotros –dijo Orana.

—Te hemos echado muchísimo de menos –siguió mi padre.

—Todo cambió cuando desapareciste –añadió mi primo.

—Pero por suerte vuelve a ser todo como antes –indicó mi madre, la que no había hablado en todo ese rato.

Asentí, no muy convencida de que todo fuese a ser como años atrás, empezando por el hecho de que yo ya no era la misma. Sonreí a mi madre cuando noté su mirada puesta en mí a través del espejo, para tranquilizar sus nervios.

Apoyé el codo en la ventana y la cara en mi mano, disimulando qué pensaba mientras miraba el paisaje, que ya me resultaba algo más familiar.

Sí les había echado de menos durante todo ese tiempo, pero tenía claro que tenía dos familias: mi familia sanguínea y, ahora, los Hunter Wood. Estos últimos me habían tratado como una más desde el primer momento en que me recogieron en el bosque inconsciente. Nunca olvidaría todo lo que habían hecho por mí e intentaría recompensarles como fuera.

Por otra parte, estaban mis padres y Dai y Orana, que me habían buscado. Se notaba en ellos el sufrimiento al haberme perdido, al revés que yo, que tenía reservado para mí todo lo que pasé en manos de mis secuestradores. No podía contárselo a ellos y, mucho menos, a mi madre. Ella siempre fue fuerte, pero ahora la veía tan frágil como una figura de cristal. No tenía claro si soportaría ni siquiera tener una vaga idea de todo por lo que pasé en estos años.

Liberi Da SempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora