6. Jayden Friedrich

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Más tarde tocan la puerta la abro y veo que es una de las sirvientas.

—Buenos días, el joven Jayden me ha pedido que vaya a desayunar al comedor.

—Buenos días, gracias en un momento voy —con eso se retira.

Tomo un respiro hondo, me preparo mentalmente para ir a ver el hombre que reside en esta misma casa.

Camino por el pasillo, llegó a las escaleras, bajo una por una tratando de retrasar el desayuno pero no puedo mi estómago pide comida ya.
El comedor queda en sentido contrario que la sala. Allí se encontraba sentado Jayden con un traje a la medida. Esta enfrascado en una tablet, no me ha notado y no quiero que lo haga.

—Buenos días —hablo lo más bajo posible como para que no me escuche, se que lo ha hecho, su mirada va directo a mi.

—Elaine, buenos días —al menos es cordial—. Toma asiento para que desayunes —esa voz profunda que me eriza la piel.

Me siento lo más retirada posible de él. Puedo notar su mandíbula cuadrada, una leve barba que está rasurada, lleva un reloj en su muñeca, su traje es color negro, su mirada se ve intimidante, tiene la manzana de Adán que se mueve mientras pasa el café que está tomando.

Colocan un plato enfrente de mi, un vaso de jugo, cómo en silencio saboreando cada bocado. Trato de no ver a Jayden, su atractivo me atrae demasiado, sus ojos llamativos. Todo en él es llamativo.

—Mi padre vendrá por ti en unas horas —me lo dice sin despegar sus ojos del aparato.

Siento un alivio, no quiero estar aquí.

La mujer se acerca para recoger los platos, vasos y utensilios ocupados.

—Dile a Erick que venga —le ordena a la mujer.

Levanto mi mirada y lo veo. Su mirada está posada encima mío, su seriedad me taladra, no la retira, no le importa que yo sepa que me está viendo.

—Me ha llamado —aparece Erick de la nada, Jayden por fin quita su mirada.

—Si, mi padre vendrá en unas horas, se llevará a Elaine —vaya que se sepa mi nombre, pensé que no se lo había aprendido—. Asegúrate de que no regrese con ella.

Mi respiración se corta, me hago chiquita en el asiento, se que no está contento con mi llegada que su papá lo obligó para que me quede.

—Como ordene.

—Ya me voy a la oficina, tengo pendientes que resolver, llegaré temprano no cenaré hoy aquí, saldré con Alec a un bar —se levanta de su asiento.

—¿Ya llegó Alec de su viaje de negocios? —pregunta Erick.

—Llego ayer por la noche —no necesita más y se va a no se que lugar.

Yo también me paro para regresar a la habitación y esperar a que llegue el señor Friedrich.
Cuando voy directo a los escalones su voz fría me llama.

—Cuando yo regrese no estarás aquí, haré como si no hubieras existido —se acerca a paso lento pero decidido.

—No entiendo que tienes contra mi apenas y me has visto, llegué ayer por la noche —me mantengo firme en mi lugar.

—Es cierto pero no necesito conocerte, viniendo de mi padre me espero todo y aún sabiendo de dónde provienes, de lugares para nada buenos —se que sabe que soy huérfana y que provengo de una subasta.

—Yo no tengo la culpa de que tú padre me haya adquirido mucho menos tengo la culpa de que sea una huérfana y no tengo la culpa de que me haya tocado esta vida que yo no la pedí —le planto cara sabiendo que estoy en su casa y que bien podría sacarme de aquí si quisiera.

Subastada al mejor postorDove le storie prendono vita. Scoprilo ora