Horas más tarde y después de ser recibido por miles de abrazos y regañinas por parte de ambos arrendatarios, finalmente consigue calmarse de todas las emociones vividas antes al estar acostado en su cama. Una fina sábana de seda cordobesa lo cubre hasta la cintura y aun así, no puede protegerle del frío que se apodera de su corazón. ¿Acaso era la culpabilidad al abandonar a aquella mujer al pasto de los cuervos lo que carcomía su interior? Da una vuelta hacia el lateral izquierdo, mientras acaricia varios mechones negros sueltos que caen por su frente; realmente aquel hombre no consigue salir de su cabeza y sólo quiere saber quién es, qué es y porqué lo ha dejado con vida. Además, por su apariencia grotesca, ¿se trataría de una de esas muchas bestias que sólo existían en leyendas o cuentos?

No cree poder dormir en lo que queda de noche, así que rendido, agarra un cuaderno de investigación en blanco y comienza a dibujar detalladamente los pocos o inexistentes recuerdos de ese hombre. Piel morena, uñas largas y negras, una buena estatura, cuerpo fornido, colmillos enormes y un cabello blanco que parece salido de este mundo. ¿De verdad era real, o habría sido producto de su imaginación? Esperaba que así afuera, que por las continuas noches sin descanso por quedarme hasta altas horas en el trabajo ahora le estuviesen pasando factura. Sin embargo, ¿por qué piensa en sus ojos rojos? ¿Por qué piensa en que la tristeza y el dolor se acoplaba en ellos? ¿Se arrepentía acaso de sus actos?

Negando varias veces con la cabeza, saca aquella idea sonsa de su cabeza. Un monstruo no puede sentir aflicción por sus acciones. Además, a todo esto, ¿por qué piensa que se trataba de una bestia irreal? Había una fuerte posibilidad de qué simplemente se tratase de un hombre mal de la cabeza, al menos, psicológicamente hablando. Vamos, un psicópata asesino, sencillamente.

Dando varios golpecitos en la libreta, termina por cerrarla y regresar a la cama, rendido ante la idea de quedarse sentado durante toda la noche. Prefiere mil veces quedarse en el seguro de una cama; regresando la manta a su sitio, Vanitas piensa en como distraerse de todo aquel asunto y el que concierne a su padre y hermano pequeño. ¿Cómo estarían ahora mismo? ¿Echándole de menos? ¿Sintiéndose mucho peor ante su marcha? Los extrañaba, no iba a negarlo; después de todo, eran lo único que les quedaba. La foto reposada en su escritorio, es un constante recuerdo de esa realidad.



—¡Hora de levantarse, vasito de leche! —La voz estridente de Johann consigue que abra los ojos de sopetón y comprenda que finalmente pudo caer rendido ante los brazos de Morfeo.

Vanitas se revuelve entre las mantas y tras sobar uno de sus ojos, descubre al joven de cabellos plateados en el marco de la puerta con una de esas petulantes sonrisas. El chico de cabellos azules bastante oscuros mueve una de sus manos a modo de saludo, y cerciorándose de qué no se vuelve a dormir, sale gritando que ya estan hechos los huevos revueltos. Parece algún tipo de madre gallina.

El chico se siente bastante azorado ante tanta atención, pero de pronto un pensamiento se le cruza por la cabeza, ¿habrían dormido juntos? Recuerda que solo quedaba otra habitación libre y al recordar que Dante la había dicho que tenía un compañero, solo ata los cabos y deja de preguntarse ese tipo de cosas. No le conciernen de todas maneras.

Escucha el timbre de entrada y le desconcierta que alguien aparezca en la casa tan temprano. Se apresura en salir de la cama para, entreabriendo un poco la puerta de su habitación, chismorrea para ver quien es la persona que llama. Es Johann quien sale al recibidor.

Esta vez, lleva un ajustado pijama de tonos burdeos y mueve sus caderas alegremente mientras tararea una canción en francés de la que Vanitas no puede entender nada. El de cabellos grisáceos abre la puerta como si esperase la visita, y su saludo emocionado solo le confirma la idea.

𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏? | vanoé.Where stories live. Discover now