__ ¿Cuanto más tengo que esperar a que... ¡Ay carajo!

Entra de golpe y cierra la puerta. Corre hasta mi sitio, se esconde atrás de mí cuando mueven la perilla.

__ Olvidé decir que en las mañanas vienen a limpiar lo que se hizo por las noches. - me acribilla con los ojos.

__ ¿Muy tarde, no? - ironiza.

__ Señor ¿Necesita que limpie algo? - la pregunta atrás de la puerta la mueve hasta mi sitio.

__ El baño. Si puede ahora mismo estaría bien, no quiero que regresen más tarde. - contesto. La chiquilla me da la vuelta para darle la espalda a la puerta cuando abren.

Pasa la mano por mi abdomen y no me muevo al sentir su toque en mi espalda.

__ Que sea rápido. Estamos ocupados aquí. - se me para al frente, casi chocando mis labios con los suyos al tirar de mi cuello a modo de actuación. Admirar la belleza que posee es un deleite, sus pestañas se mueven ligeramente recordándome que como el fuego puede seguir ardiendo sobre el agua que nos cubre.

Alguien se mueve en lo que el cabello se le termina de mojar conmigo sosteniendo su cintura.

__ No me presiones tanto. - gimotea por lo bajo.

__ No estoy ejerciendo fuerza. - refuto.

__ Me refiero a como tu cosa me está golpeando el estómago.- susurra y mis comisuras suben. - Está muy duro.

__ Siempre está duro. - recalco sin dejar de ver su boca imaginando uno y mil escenarios.

__ Creí que era por mí. - baja más la voz en un coqueteo más sutil, según ella.

__ Puede ser por tí. - lo muevo a propósito y sus piernas se aprietan - O puedes calmar el dolor agobiante de mis ganas de follar.

__ Aceptaría la oferta si fueras el soldado del invierno. - se aleja con disimulo. Aparta la mirada mientras solo observo la leve sudoración de su nariz. Aún con el agua puede notarse. - Pero igual, gracias por el ofrecimiento. Lo llevaré por siempre en mi bello corazón.

Con un gesto como los que hace, cualquiera diría que tiene el control de lo que hace mientras solo me queda claro que tanto ella como yo, tenemos un gusto por lo desconocido en común.

Es llamativo. Con notas excesivamente a pecado que solo quiero probar más.

La mujer se retira llevándose consigo las toallas que cambió por unas secas. La chiquilla sale disparada luego de eso dejándome solo de nuevo en la ducha. No le costaba nada quedarse en la habitación, pero al parecer las hormonas la atontan.

La encuentro comiendo y tal como dijo sostiene dos platos en su mano que no se me antojan para nada. No sé qué contienen o si su cocción es la necesaria por lo cual voy hasta la cocina, en la que pongo el sartén a calentar mientras corto unos trozos de zanahoria y apio, las cuales salteo con algo de cilantro.

No quiero carnes blancas, así que opto por hacerlo con carne de ternera que saco en tiras para sellar.

__ ¿Cocinas? - increpa sin dejar de comer. - Por supuesto que lo haces. Olvidé que eres chef. ¿Que estás cocinando?

__ Algo para mantener mi boca cerrada y no estar preguntando nada. - sus ojos se vuelven fríos.

Que se enoje es el menor de mis problemas. Odio la intromisión de la gente en mi vida, a los únicos que se los permito es porque es inevitable su presencia en mi vida.

Pero a ella no le veré más. Agradeciendo a mis antepasados por eso.

__ ¿No has pensado alguna vez en algo que quieres de verdad? Que ansías tenerlo.

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