Pero algo aprendí la noche en la que había derribado al predator. Si pretendía hacer valer mis decisiones y si necesitaba dirigir los hilos de mi vida, tenía que hacer lo que yo creía correcto y no lo que los demás dictaran. En palabras más sencillas: a la mierda lo que decían todos.

Sin que Ligre me observara comencé con una corta rutina de estiramiento. Luego, sin avisar, corrí hacia el terreno y me uní al trote. Nadie se alteró por mi presencia, pero Exen pareció un poco confundido. Me fijé en el rostro de Ligre por un momento. Era neutral y analítico. Y a pesar de que pudo haberme sacado de ahí, no lo hizo.

Esa mañana me ejercité como nunca antes lo había hecho.

•••

—¿Todavía no te dejan regresar al equipo? —me preguntó Nina en un susurro.

—No. No quieren que entre por mis heridas, pero el doctor Julian me dijo que ya están curadas en su mayoría —respondí y me llevé una cucharada de sopa a la boca—. De igual modo me uní al entrenamiento.

La hora del almuerzo en el comedor era como todos los días, bulliciosa pero agradable. A medida que pasaban los días, la amistad con Nina se fortalecía. Me gustaba lo que se formaba entre nosotras. Cuando nos reuníamos para comer o charlábamos dentro de la cabaña, de alguna manera hallaba la forma de hablarle acerca de lo que me sucedía sin que ella supiera la verdad sobre mi inmunidad.

—¿Y a ti cómo te fue en las clases? —le pregunté.

—¡Maravilloso! El profesor piensa que soy de las mejores, dice que hasta podría reparar las máquinas de la fosa del Este para que podamos volver a usarla, ¿puedes creerlo?

—Claro que puedo creerlo. Yo también pienso que puedes repararlas.

Los grandes ojos de Nina parecieron iluminarse, pero su gesto cambió muy rápido a uno más serio.

—Te diré algo, Drey, no solo me siento capaz de reparar las fosas, sino que también sé que puedo crear cosas muy útiles para La RAI —murmuró después de inclinar su torso hacia adelante.

—¿Y por qué no se lo dices a los superiores? —inquirí y empleé el mismo tono de voz bajo que ella había usado.

—No me escucharían mientras soy una simple estudiante. Quiero que veas esto.

Nina cogió algo que estaba debajo de su silla. Después de alzarse, colocó una mochila sobre la mesa y sacó un libro de tapa dura que me hizo recordar al diario de Levi.

—Este es mi cuaderno de ideas, aquí tengo todas mis creaciones.

Lo abrió sobre la mesa. Cada página mostraba ideas, diagramas, esquemas, bosquejos y anotaciones, todos perfectamente escritos y trazados de forma profesional. Las líneas tenían curvas atractivas y los modelos estaban bien definidos. Pero lo que más atrajo mi atención se delineaba sobre una de las hojas con el título: «segunda cúpula», encima de un dibujo detallado en todos sus ángulos y con cada una de las medidas aproximadas.

—¿Segunda cúpula? —le pregunté.

Nina asintió con entusiasmo. Se notaba que no había compartido eso con nadie.

—Mantiene el diseño básico de la cúpula de aluminio, pero esta no solo sirve para protegernos de la detección térmica, sino que también es capaz de resistir un bombardeo y de mantener estables las lámparas —explicó.

—Esto es increíble y absolutamente necesario —murmuré sin dejar de pasar las páginas—. Tienes que mostrárselo a Levi.

—No lo creo —resopló con cierto desánimo—, quien toma las decisiones en esa área es Butterfly, y casi no toma en cuenta a nadie. Sus diseños son los únicos que se desarrollan. Ella ideó las abejas.

ASFIXIA ©Where stories live. Discover now