10. [Es solo tú mejor amigo]

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— Marco si te llevo a mi casa, verás a la bruja de papá, cocina horrible y es muy rara.

— Quiero conocerla.

— ¡Bien! ¡Joder como insistes! — Rogaba al universo que Adeline no estuviera en casa.

« Por favor »

— ¡Ja! Siempre te gano en todo.

— Terminemos con las clases y luego nos iremos.

— Conoceré a la bruja de Hansel y Gretel — No sabía como decirle que ella no era una bruja, si no una reina que necesitaba a un hombre, uno que de verdad la hiciera sonreír.

Sin duda Marco estaría dispuesto a darle la felicidad que mi papá no y eso lo odiaba.

« ¿En qué mierda me metí? »

(.......)

Nuestras clases se pasaron rápido, era la una de la tarde y en todo el trayecto a mi casa no dejé de pensar en Adeline y Marco, tenía ese mal presentimiento de que él quisiera coquetear con ella por verla tan joven.

« Ojalá papá estuviera en casa »

— Muero por conocer a la bruja.

— Ya la verás — Dije sin ánimos.

Detuve el auto delante de mi casa, bajé de este y abrí la puerta.

— Hola Adeline — saludé a la nada porque ella no se encontraba en la sala.

— Creo que la bruja no está — Dijo Marco y cuando vimos bajar a Adeline por las escaleras con unos shorts cortos de mezclilla ambos suspiramos, se veía muy guapa.

— No me dijiste que tenías una hermanastra — Me susurró Marco y después avanzó hacia Adeline para saludarla.

— Hola, me llamo Marco y soy el mejor amigo de este bobo. — Sonrió a mi lado y después utilizó su sonrisa de cazafortunas.

— Hola, mucho gusto — Adeline le ofreció la mano y este la tomó.

— No sabía que Atlas tenía una hermanastra.

— No soy su hermana, soy su madrastra.

— ¿Madrastra? ¿No tenías cincuenta años?

— No, soy Adeline la esposa de Hernán.

— Pensé que eras una señora mayor, al menos eso fue lo que me comentó Atlas.

— Lo siento, a veces le gusta hacer bromas.

— Eres muy amable Adeline — Intervine yo — Pero tenemos que hacer un trabajo así que dejamos pasar.

— ¿Quieres algo de tomar antes de subir?

— Prefiero almorzar, de verdad tengo hambre.

— Pues la comida está hecha, pueden ir a dejar sus cosas y luego comer conmigo — Ofreció mi madrastra, solo quería desaparecer, Marco no dejaba de darle miraditas coquetas.

Subí con mi amigo y una vez que estuvimos los dos dentro de mi habitación hablé:

— Me importa una mierda que la veas guapa, es mi madrastra y no pasaré la vergüenza de que tú te la comas estando con mi papá.

— Pensé que de verdad era una bruja, pero es un manjar. — Marco se subió a mi cama — ¿Viste esas piernas? ¡Joder! Tú papá se ganó la lotería.

— Le ofreció dos millones para que se casaran.

— Si yo hubiera tenido el dinero lo habría hecho, no lo juzgo, escogió muy bien.

Entre dos placeres © Where stories live. Discover now