Prólogo

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Suena la sirena del instituto que indica el final de las clases. Hoy salgo a las tres, así que como mi mejor amiga Idaria va a un curso inferior al mío, sale una hora antes, y me toca irme solo. Normalmente ella me espera esa hora de diferencia escondida en los baños del instituto, pero hoy tenía audición de trombón en el conservatorio, así que se tuvo que marchar más rápido. ¿Qué cuál es la razón de que mi mejor amiga Idaria tenga que esperarse escondida en los baños? Muy fácil, nos hacen bullying. Ella y yo sufrimos acoso escolar desde que eramos muy pequeños. Aún recuerdo el día en que nos conocimos. Era un martes por la mañana, habíamos empezado hace semanas el instituto, ella estaba en primero de ESO y yo en segundo por aquel entonces. Pasé por una zona del patio por la que no suelo pasar, pero ese día tenía que comprarme un bocadillo en la cafetería. La vi llorando, y no pude reprimir las ganas de hablar con ella y intentar consolarla de alguna manera. Pero no me hizo falta hablar con ella para identificar el motivo de sus llantos, unos metros más allá, el mismo grupo de matones que me acosaban a mí estaban insultando a Idaria, con expresiones textualmente citadas como: "Nazi, rubia de mierda, suicídate y haznos un favor a todos, ojalá te quemen en la hoguera por inmigrante, tu padre os abandonó porque no quería una niña Nazi." Y muchas otras expresiones. Ese año era el año 2013, así que el daño causado por la Segunda Guerra Mundial estaba aún presente, aunque esto fuera en el exterior de España, aunque ya hubieran pasado varias décadas. Me senté al lado de ella. Su largo pelo rubio caía sobre sus hombros formando rizos rebeldes. Era algo más alta que yo.


-Perdona, puedo ayudarte en algo?-Le dije con mis más buenas intenciones. De repente, sus ojos azules e irritados por las lágrimas se clavaron en los míos con una sensación de dolor y desesperación que jamás olvidaré.


-Vayámonos de aquí- Me dijo con la voz entrecortada por los lloros. Estuvimos hablando durante todo el patio lo que esa panda de cobardes nos hacían, y acabamos haciéndonos amigos. Y así pasaron los años, hasta que yo llegué a cuarto y ella a tercero, es decir, actualmente. Hoy en día, todavía seguían incordiándonos, los profesores fingían no darse cuenta de lo que pasaba, los demás compañeros de clase no hacían nada al respecto (por miedo), y nuestros padres se pasaban el día trabajando para sacarnos adelante.


Al fin es viernes, al fin acaba otra semana de mierda, ya sólo quedan cinco meses para que acabe el curso. Desafortunadamente, el grupo de matones vive en el barrio de Idaria y mío, por lo que jamás nos lo podremos quitar de encima.


Salgo por la puerta de la clase de ética y bajo las escaleras para acceder a la salida del instituto. Corro esquivando a la gente para que el autobús no se vaya, y me toque irme otra vez andando a mi casa, que para nada está cerca. De repente noto un fuerte empujón que me arrastra hacia atrás, alguien me ha cogido de la mochila y me lleva a algún sitio. Me doy la vuelta y veo a los seis idiotas de siempre. Intento escaparme pero me dos de ellos me sujetan para que no pueda irme. Intenté escaparme nuevamente con sacudidas y forcejeos, pero no lo consigo. Me llevaron a una calle oscura por la que nadie pasa nunca.


-Qué, volviendo a casita, ¿no? De qué te sirve volver si no vas a comer de todas formas, muerto de hambre. -Dijo uno de los seis idiotas. Los demás se rieron enérgicamente.


-Dejadme en paz, no sabéis nada sobre mi vida. -Les repliqué.


-¡Ah! Que ahora resulta que eres un millonario que va a su yate después del insti.-Dijo otro de ellos con ironía. En verdad tenían razón, nada más acabar las clases iba a mi casa a hacerle todas las labores del hogar para que cuando llegase a las tres de la mañana, no tenga que hacer nada, porque luego se tiene que ir a trabajar a las nueve. Le hago la comida también para que llegue, coma algo y se acueste. Cuando termino de hacer las tareas, como ya tengo diez y seis años, voy a trabajar por las tardes a un bar cerca de la playa de Benidorm, donde también me tienen explotado, pero por lo menos ayudo algo económicamente en casa.

El país de las pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora