23. "Jaie priskze, makter ."

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ARLENE

Hay un árbol de hojas blancas a la orilla del mar...

Donde él dio su primer paso, efímero y fugaz.

Versos llegaban por si solos a mi cabeza. Mi cabello se ondeaba a un lado con la brisa nocturna mientras permanecía de pie en mi balcón. Después de volver de ese claro, la mansión había estado en caos, mi padre y Jarlen habían llegado con su interrogatorio. Logré que me dejaran en paz con la promesa de que necesitaba descansar, que mañana les daría todas las respuestas que pidieran.

Haeran permanecía callado a un lado de la puerta del balcón, le había pedido silencio. Por primera vez desde que nos conocíamos, no quería escucharlo, ni sacarle palabra por palabra en un intento de entenderlo. ¿Por qué? Mi mente era un desastre, necesitaba organizar mis pensamientos, discernir que era real, que no lo era y el significado de todo lo que había visto.

Le eché un vistazo al vampiro por encima de mi hombro y la imagen de él en ese uniforme carmesí estaba tatuada en mi memoria. Y de alguna forma, las piezas del rompecabezas estaban encontrando su lugar: Ya sospechaba que Haeran era de la realeza así que tenía sentido que hubiera sido un príncipe, y él mismo me había confirmado que había peleado en la guerra, por lo que ser la mano derecha de Caos II también calzaba con todo. Las únicas piezas que estaban fuera de lugar éramos Jana y yo.

¿Qué papel jugaba yo? ¿Eran recuerdos de otra persona? ¿De la que había sido guardia real de la reina? ¿Y si la reina había sido mi abuela... porque tenía el rostro de Jana? Y entonces... recordé la conversación con mis padres sobre el retrato de mi abuela que estaba colgado en la mansión, ellos admitieron que el nombre que era publico no era el verdadero nombre de mi abuela. ¿Y si el retrato tampoco lo era?

Me pasé la mano por la cara y solté una bocanada de aire audible, llena de frustración.

—Necesitas descansar. —La voz profunda de Haeran resonó detrás de mí.

Me giré hacia él.

—Tú... —No sabía por donde empezar—. Hay tantas cosas que quiero preguntarte.

Haeran se tensó, y enderezó su espalda con rigidez.

—La señorita parece olvidar que no soy libre de responder con honestidad.

Arrugué las cejas.

—¿La señorita? —Me extrañó ese cambio en su forma de hablarme. Algo estaba mal. Ladeé la cabeza y Haeran ojeó un punto en la lejanía del jardín. Seguí su mirada y luego volví a verlo.

«Nos están vigilando.» Él no tenía que decirlo, era obvio y tenía sentido. Fui tonta al creer que Jarlen y mi padre dejarían las cosas tan tranquilas. Aquí al aire libre estábamos expuestos, por eso Haeran me había dicho que descansara, era una forma sutil de hacerme entrar en la habitación.

—Necesito dormir —dije y le pasé por un lado para adentrarme en el cuarto.

Haeran cerró las puertas dobles que llevaban al balcón y me siguió. Me senté en la cama y me le quedé viendo, esperando algo, no sabía que exactamente. Él se inclinó sobre mí y luego se arrodilló en el suelo en medio de mis piernas. Su rostro quedó a nivel con el mío y tragué con dificultad cuando nos miramos a los ojos.

—Está muy agotada, señorita. —Ahí estaba de nuevo ese tono inusual, eso quería decir que ni siquiera aquí dentro estábamos a salvo, pero ¿cómo? Intenté razonar como mi padre... quizás habían designado un vampiro para que nos espiara, usando sus sentidos avanzados.

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