"uh, caliente..." bufó, cuando metió un pedazo de comida a su boca, quemándose suavemente la lengua.

comió su desayuno con lentitud, tomándose su tiempo para arreglar sus pensamientos. la llegada de neymar a su vida se estaba sintiendo como un remolino de emociones, o como un contraataque que no podía contener por falta de superioridad numérica; esa situación futbolera seguramente era la mejor descripción gráfica de sus neuronas batallando contra sus sentimientos.

negar que no estaba comenzando a sentir algo por junior era como burlarse de sus capacidades intelectuales, las que había estado usando por años para descifrar con éxito sistemas numéricos aplicados en las formaciones usadas por los mejores directores técnicos del fútbol. sabía que el latido desenfrenado en su pecho no era malo, que el revoloteo en su estómago no se sentía desagradable; ninguna sensación sobre su cuerpo relacionado al revoltoso neymar era desagradable y, con toda la vergüenza que el lionel del pasado sentiría, aseguraría que le gustaba todo eso. le gustaba neymar como algo más que el cliente frecuente que va a molestarlo al restaurante.

sí, le gustaba el jugador que puteó por dos temporadas seguidas porque le parecía idiota y exagerado.

el día continuó más tenso de lo normal luego de su reciente descubrimiento. estudió por un poco más de una hora luego de su desayuno, se movió rápidamente hacia su facultad y estudió más, conversó con ángel sobre problemas ambientales durante su descanso y continuó su rutina diaria con el trabajo de siempre.

kun se había encargado de llenar su bandeja de mensajes, ofreciéndole breves vacaciones para que pudiera estudiar sin problema; negó su ofrecimiento de inmediato, sabiendo que las horas en el restaurante lo mantendrían distraído de la ansiedad de los exámenes. los textos que esperaba nunca llegaron, neymar no había mandado fotos en el entrenamiento ni audios riendo en todo el día, haciendo de su lunes aún más miserable.

a pesar del ligero sentimiento de pesadez que estaba sintiendo, permaneció con una amable sonrisa durante su jornada laboral. logró distraerse atendiendo a los mismos señores de siempre: ecuatorianos, uruguayos y varios latinos que disfrutaban del lugar con frecuencia y conversaban con él con una familiaridad que le alegraba el día.

cerró el local con puntualidad, pues nadie más había aparecido por el lugar luego de las tres y cincuenta. como era costumbre, dejaba los trastes limpios, el piso trapeado y la cocina ventilando, simplemente para que su compañero de la mañana no encuentre muchos problemas al comenzar el día. cambió su camiseta polo azul por una más ligera y blanca, cubriéndola con un ancho abrigo que lo protegiera del frío europeo.

al salir del restaurante, un pequeño grito de sorpresa salió de su boca, cuando se encontró con neymar de frente y arrimado sobre su auto.

"ney, ¿qué hacés acá?" musitó, esbozando una pequeña sonrisa de inmediato, cuando el otro sonrió ampliamente y se acercó a él.

"te sorprendí, ¿verdad?" el otro no demoró en envolverlo en un abrazo, rodeando sus hombros cálidamente mientras los apretujaba contra su pecho. lionel correspondió al instante, soltando risitas por la inicial sorpresa que aún sentía cosquilleando sobre su vientre.

"y sí, boludo, si no me escribiste en todo el día y te aparecés de la nada" se separaron con lentitud, manteniendo un inconsciente contacto entre sus manos que ya no podían controlar. las pequeñas sonrisas sobre su rostro los delataba y leo, sentía una rebosante emoción que dejaba notar en su lenguaje corporal. "¿qué hacés acá a esta hora? deberías estar durmiendo, ¿no tienen entreno hoy?"

"hoy toca entrenamiento en la mañana, así que aproveché la hora para darte una sorpresa" el tono de voz de neymar es suave, mantiene su mirada sobre el más bajo y sus dedos se enredan con diversión entre los ajenos. leo puede percibir su típico aroma a perfume caro, que está comenzando a ser una costumbre para su nariz.

compartir; neymarWhere stories live. Discover now