Blessed: Reencuentro

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La Copa América siguió su curso y Pablo estaba encima de todos con tal de no que nadie se mandara alguna cagada. La vorágine de la competencia mantuvo a Enzo y Emiliano separados, aunque sus miradas siempre se encontraban. Se le movía algo adentro del pecho cuando buscaba los ojos de su arquero y lo atrapaba ya mirándolo.

Fueron pocos los momentos que pudieron disfrutar juntos. Los nervios y la posibilidad de darle a la selección un título por primera vez después de tantos años lo opacó todo. Además, la semifinal contra Colombia puso al Dibu Martinez allá arriba y cada vez era más difícil encontrarlo solo. A Enzo no le sorprendía para nada, conocía perfectamente la astucia y la maldad de ese arquero loco, pero también le ponía contento ver a su equipo avanzar gracias a él. Se lo merecía.

Cuando se despidieron, como campeones de América, Enzo abrazó a Emiliano con un gesto idéntico al de sus compañeros. Esperaba que ese alfa pudiera sentir que el apretón de sus brazos había sido más fuerte y más íntimo. Y creía que sí lo hizo, porque él también creyó percibir una mano fantasma sobre sus caderas. No es que no supiera la realidad. Enzo sabía perfectamente que lo de ellos era una pausa, un paréntesis en la vida. Sólo podía suceder en el tiempo difuso y extraño de una competencia que volvía borrosas las cosas de la vida cotidiana.

Y qué duro fue volver a ella. El River de sus amores lo esperaba en Buenos Aires y él estaba contento de pisar el Monumental pero también se sentía tan extraño. Juli volvió con él, tenerlo fue su última fortaleza pero también andaba medio cabizbajo y angustiado. Enzo sabía que Lautaro lo había ghosteado y quería cagarlo a piñas. Si hubiera sido alfa, como mucha gente a veces creía, estaba seguro de que Juli sería su omega. Sentía un cariño especial por ese chico al que quería proteger y en el que se refugiaba siempre que podía.

En enero de 2022 Juli se fue a Inglaterra y le dolió muchísimo perderlo. Era muy amigo de varios de River pero su vínculo con él era especial. Se armó de valor porque creía que dentro de poco él también podía dar el salto y éste le llegó unos meses después. En julio Gallardo le comunicó que el club portugués Benfica lo quería. Hizo sus valijas y se mudó solito con todo su talento al viejo continente.

No tuvo noticias de Emiliano nunca. Solo veía sus publicaciones y a veces le daba me gusta. El arquero también lo hacía, aunque más seguido. Le daba like a todo lo que subía e incluso a sus historias. Enzo miraba esos corazones con sonrisas aunque ninguno de los dos había decidido traspasar el silencio tácito.

Fue una época dura y solitaria. Se juntaba mucho con Nico Otamendi, su compañero del Benfica y con quién podía tomar mate y hablar en argentino. También intentó salir con algunos alfas pero todos eran demasiado boludos o muy blandos. En el fondo, Enzo lo sabía, no daba en el clavo con lo que buscaba. Todos eran sustitutos imposibles de ese paréntesis que no iba a volver a reproducirse.

Cuando la selección volvió a encontrarse, fue un momento que todos los jugadores esperaban con ansiedad. El cuerpo técnico ya estaba armando la lista de convocados para el mundial en Qatar y probaban a varios jugadores para ver quiénes entrarían. Enzo tuvo que unirse un poco más tarde por una lesión que tuvo el Portugal. No era grave, pero quería llegar óptimo para el mundial. Él iba a jugar sí o sí.

Por eso cuando llegaron los amistosos previos al mundial, se sintió regio y completamente listo para romperla. Todo el equipo estaba con la misma sensación. Venían de ser campeones de América y recientemente campeones en Europa con la Finalissima, así que la autoestima la tenían por el cielo.

Su reencuentro con Julián fue el más lindo. Abrazó a su mejor amigo y le dio varias palmadas en la espalda pensando que posta lo había extrañado.

—¿Qué onda, araña desaparecida? —dijo luego de separarse de su amigo—. ¿Me extrañaste?

Fuck you twice | Dibu Martínez x Enzo FernándezOù les histoires vivent. Découvrez maintenant