Camino rumbo a dónde está una tipo furgoneta, ahí iremos.

—Suban, que hay horas de distancia —ordenan.

Nos adentramos una por una, me quedo al final. Volteo a ver al orfanato.

—¡Elaine!, ¡Elaine! —grita alguien.

—Riley, ¿Qué haces aquí?, Deberías estar ahora mismo yendo a más regaderas —lleva puesto su pijama aún.

—Me quería despedir de ti —sus ojos están tristes—. Te voy a echar de menos.

—Te van a regañar

—No me importa, tu te vas y ya no te veré —una lágrima cae—. Te quiero mejor amiga.

La abrazo y siento mi mundo venirse encima.

—Yo también te quiero, mi mejor amiga —no la suelto, no quiero hacerlo.

—Sube ya Elaine y tú Riley vuelve a tus labores —ordena una mujer.

—Adiós —me despido de ella para siempre.

—Recuerda que no es para siempre, tengo fe en que te veré, un adiós no, un hasta luego —eso quiero imaginar.

Se que ya había quedado una despedida con anticipación pero se que nos hemos aferrado demasiado a nuestra amistad. No estamos listas para el «adiós» y no creo estarlo nunca.

—Un hasta luego Riley

Y subo, no quiero voltear, no quiero llorar, soy vulnerable, lo soy y no quiero romper a llorar. Se pone en marcha.

No voltees, no lo hagas —me lo ordenó y termino haciéndolo—.

Ya no está.

—Ella estará bien —me dice Sophia—. Las veía muy juntas, duele dejar a una amiga y saber que era lo único que tenías.

No se cómo sentirme al decirme aquellas palabras, no me reconforta en nada.
Solo la observo y no respondo, desvió mi mirada rumbo a la carretera que ha tomado rumbo.

Nadie dice nada durante el trayendo, el silencio es horrible, parece que estamos muertas, cada quien va perdida en su mundo.

Me recargo en una ventanilla donde puedo apreciar la carretera, larga y sin fin. Me pierdo en mis pensamientos, solo observo los árboles que a mí parecer son los mismos; no sé cuánto tiempo llevamos en carretera no nos hemos detenido para nada, ni siquiera para desayunar, mi estómago pide a gritos comida.

Cómo si leyeran mis pensamientos a lo lejos se puede apreciar una tienda, cuando se va acercando más noto que es un restaurante. El vehículo se detiene.

—Bajaremos a comer algo y después seguiremos la ruta —avisa nuestra cuidadora—. Bajen con cuidado y no hablen con ninguna persona a menos que seamos alguien del grupo, ignorara a gente desconocida.

Entramos al lugar y es normal, hay un par de mesas, no hay clientes al parecer más que dos de las mesas están ocupadas cada una de ellas tiene por lo menos dos clientes que se encuentran comiendo, no nos prestan ni la mínima atención.
En una esquina se encuentra una televisión donde pasa algún tipo de programa. Las mesas se encuentran cubiertas con un mantel blanco.

Una de las meseras se acerca a nosotros y nos lleva a una mesa donde quedamos todos las chicas, las cuidadoras van hacia otra mesa no muy lejos de la nuestra. Nos atienden, el pedido no tarda en llegar, en silencio comemos.

—¿Creen que a dónde nos llevan será algún lugar viejo o de miedo? —pregunta curiosa Yadira.

—No lo sé, no me importa y a ti tampoco debería importarte —señala otra del grupo—. No es como si a dónde fuéramos nos quedaríamos a vivir, solo dormiremos una noche no más.

Subastada al mejor postorWhere stories live. Discover now