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Una vez leyó que incluso el aleteo de una mariposa podía joderlo todo.

O algo así.

Bueno así fue como ocurrió, algo que creyó no alteraría esta nueva rutina lo hizo.

Se acercaba su celo, tenía todas sus cosas, supresores, la dosis que le permitía la falsificación de permiso para tomar medicamento para dormir, ya que en malas manos estos combinados con ciertos medicamentos podían atrofiar el sistema del individuo que los usará a la larga.

Kyu ya estaba al tanto de su ciclo de celo, así que tenía las manos libres del trabajo, le dijo a Rei que se "tomaría unos días" y por supuesto este no le pidió explicaciones.

Como Rei era un beta no correría riesgos al quedarse en el departamento esta vez, se sentía ya un poco en más confianza, sobretodo porque Kazuki estaría completamente noqueado, siempre después de cada celo se preguntaba que tan cerca estaba de que esté fuera el último, si sería el día en que su lobo y corazón por fin cederian.

Pero algo pasó, sintió como unos cálidos brazos lo tomaban de la espalda cuando estaba a punto de entrar a su habitación.

Sintió como el otro se restregaba contra él, oliendo su glándula de olor, el aroma del lugar cambió, era un aroma dulce, refrescante, cálido, como ¿miel y flores?

Kazuki se volteo, enfrentado la cara sonrojada de Rei y como todos sus instintos despertaban.

¿Destinados? Pero si hace un momento Rei no olía a nada y ninguno reaccionó pese a estar cerca.

Su interior lobo aullaba, llamando a su compañero, Kazuki aún tenía raciocinio, aun tenía control sobre sí pero no pudo hacer a Rei a un lado.

No pudo encerrarse y dejarlo.

Fue como si por fin estuviera respirando, no solo se sentía vivo, se sentía tan feliz, él no recordaba nunca haber sido tan feliz en toda su vida.

Lo cargó en brazos, lo recostó en su cama y dejó que sus instintos tomarán el control.

Aun estando borrachos por los aromas del otro era consciente del cuerpo debajo suyo, de la nívea y suave piel que era tan agradable al tacto que no pudo evitar empezar a marcar.

Nunca en su vida se había sentido tan posesivo.

Pese haberlo cedido el control a sus instintos, él era consciente de cómo el otro cuerpo reaccionaba cuando exploraba sus zonas, de cómo este se retorcía, en la sensación de las piernas enredadas en su cintura, de los gemidos en su oído y que empezaba a adorar provocar, en como ellos encajaban tan bien.

Estaba tan ansioso, no tenía noción del tiempo, estaba tan entretenido, eufórico, haciendo y deshaciendo el cuerpo del otro, sintiendo la necesidad de hacerlo suyo en todos los ángulos que podía.

No sentía el pasar del tiempo, ni la necesidad de nada más, solo quería a Rei.

Cuando llegó el momento cuspide en que tenía su nudo dentro de él, algo lo detuvo de morder a Rei, se contuvo.

No podía.

Encontrar tu destinado era raro, un pequeño fenómeno en la sociedad moderna, había montones de viejas historias, explicaciones de lo magnífico que era porque se complementaban en todo aspecto, de que las parejas nunca dudaban en dar el siguiente paso y formar el vínculo.

El vínculo de omega y alfa se formaba cuando el alfa mordía la glándula del omega y éste a cambio impregnaba su aroma en la del alfa, sus lobos, sus corazones y almas formaban una conexión.

Se decía de casos en los que el vinculo roto de alguien se curaba si encontrabas tu destinado (claro, si el vínculo roto ocurría con tu destinado, estaba muy asegurado que tanto tu lobo como tu corazón perecían al instante).

Kazuki no pudo, ni siquiera tener a Rei mirándolo con una dulzura que nunca había visto antes en él lo ayudó.

Recordó su vínculo roto, su lobo quería, feliz de tener de nuevo un compañero y que este fuera su destinado.

Sabía que no había olvidado a Yuzuko, que no percibía a Rei como un reemplazo, pero para Kazuki no era igual, así que solo lo beso, con amor amor, agradecimiento por llegar a su vida, no pudo llegar más allá.

Cuando despertó no encontró a nadie a su lado, se sentía acalorado, necesitado, como pudo se levantó y se puso unos pantalones para buscar a su pareja.

Su lobo buscaba a su compañero, Kazuki quería saber si Rei estaba bien.

Lo encontró hecho ovillo en el sofá, tenía los ojos cerrados pero por su respiración acelerada sabía que estaba alerta.

No se ánimo a acercarse, debía hablar con Rei, no sabia que decir.

-¿Rei?

El nombrado abrió los ojos, sin mirarlo pese estar frente suyo.

-Debí decírtelo.

Kazuki sabía de que hablaba, así que asintió.

-No, no te disculpes. Yo-

-Está bien, siempre puedes tomar esto, ¿destinados cierto? Cuando sea tu celo puedo estar ahí, no hay problema.

Kazuki no sabía que decir, ¿Rei estaba herido? En los meses que llevaba conociéndolo sabía lo escueto que podía ser, lo descuidado que era y el poco interés que tenía en casi todas las cosas.

-Y yo estaré en los tuyos -pudo aclarar.

Rei se levantó, asintiendo, pasando rápidamente a su lado y segundos después escucho el sonido de la regadera.

Kazuki se sentó donde el otro había estado, asimilando lo ocurrido.

Tenía un compañero, en todo el sentido de la palabra, no solo del trabajo, ni de departamento, sino de vida.

Por eso nunca pudo ceder y dejar todo.

Rei era la razón por la Kazuki no se había podido rendir con la vida.

Toothpaste kisses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora