Capítulo 2: Disturbios.

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Definitivamente nadie se esperaba que el pelinegro tomara con fuerza la corbata del chico castaño para acercarlo lo más que podía hasta el y de esa manera pusiera atención a sus palabras.

—Al contrario —dijo con una sonrisa, omitiendo el hecho de que tal vez podía sentirse un poco intimidado por lo grande que era Johnny. —Soy capaz de hacer muchas cosas sobre mi cuerpo para que se vea bonito porque me amo y merezco sentirme cómodo. Uno lucha día a día con una sociedad que te critica por todo, eso ya es suficiente como para merecerte el gusto de lucir como se te pegue la gana, y a Dios no le molesta, al contrario, le dará muchísimo gusto saber que estoy haciendo lo posible por sentirme mejor.

Sus miradas quedaron unidas durante un par de segundos, Johnny tenía miedo hasta de parpadear gracias a que podía sentir la respiración de Doyoung chocando y combinandose con la suya. El pelinegro llevaba una expresión llena de enojo o eso creía porque sus mejillas se encontraban completamente rojas.

Fue inevitable explorar el rostro de Doyoung, quedándose medianamente embobado con los bonitos labios que poseía el chico.

Hasta que se dió cuenta de lo que estaba haciendo...

Oh Dios —susurró.

—Chicos, basta —la madre colocó una de sus manos en el pecho de Doyoung para separarlo lentamente de su alumno estrella. —No hay necesidad de enojarse por un tema así, sin embargo, Doyoung, tienes que ir a la oficina de la madre superiora y a trabajo social. Sabes que este tipo de comportamiento es penado, tendrás un reporte por alterar el órden de esta clase.

Derrotado, el pelinegro asintió para después susurrar un pequeño "lo siento" a Johnny, observando como sus compañeros parecían pasar de alto su presencia y preferían darle toda la razón a la madre.

El creía que no había sido una pelea, solía discutir así en su antiguo colegio. A demás, sus sentidos estaban en alerta debido a todo lo ocurrido en su pasado, aunque eso no justificaba que tal vez si se había pasado un poquito con su compañero de escritorio.

Johnny por su parte se quedó ahí, pensando si realmente era el demonio quien lo estaba tentando para que volviera a caer de nuevo en esos viejos hábitos. No quería pensar más en esos temas, le dolía la cabeza.

Pudo respirar con tranquilidad hasta que Doyoung salió del aula.

No llevaba ni una semana dentro de aquel colegio de mala muerte y ya estaba obteniendo un reporte debido a su mal comportamiento, Doyoung tenía miedo de contarle a su madre, no por el regaño, más bien porque prometió dejar de ser tan explosivo y pensar un poco mejor antes de actuar. El creía fielmente que era debido a su signo ascendente y al caracter heredado de su propia abuela, también a varios factores que su psicóloga le mencionaba en sus consultas.

Cuando su padre le mencionó la opción de orar para buscar un poco de paz, solo pudo soltar una risita burlona, haciendo sonreír al hombre que le recomendaba aquello. En su familia amaban bromear con respecto a las cosas en qué creían, no hasta el punto de faltarse al respeto, solo a un nivel que todos toleraban. Sus padres sabían que el no se tiraría a rezar un padre nuestro cuando sufría alguna crisis de pánico.

Se volvería muy complicado hacer amigos dentro de este lugar si seguía expresándose libremente a como acostumbraba, probablemente haría correr a todos los de su clase si llegaba a mencionar sus creencias y prácticas heredadas de su querida abuelita. ¿Tendría que esconder todo eso? Probablemente sí, el tema de quedarse sin amigos aún le afectaba y era su principal preocupación, cosa que aún atendía en las sesiones con la psicóloga.

Todo por culpa de su ex. Malditos hombres.

Sí, insultaba a los hombres y el era uno, ¿Y qué?

Recibió su reporte después de un horrible regaño por parte de la directora, todo por su forma de vestir y por no llevar el uniforme, tuvo que explicar que aún no podía conseguirlo ya que era relativamente nuevo en el lugar.

¿Le sirvió? No, igual fue regañado.

La mala suerte lo perseguía, saliendo de la oficina chocó contra una persona que se veía era de un grado superior al suyo, no reclamó, al contrario, pidió disculpas un par de veces, ignorando el dolor en su hombro.

Pero tampoco sirvió de mucho.

—¿Estás ciego o qué? Fíjate por dónde caminas, no te cuesta nada.

—Y a ti no te cuesta nada ser un poco más amable —respondió Doyoung, ya de mal humor. —Idiota.

De mal en peor.

No le agradaba ese sitio, su energía era horrible.

Ojalá sus padres se arrepintieran de castigarlo de esa manera.

Oh God [2023 Ver]Where stories live. Discover now