―Ya arreglaré lo de Gav, ¿sí? ―dice con tono aprensivo.

―Debes hacerlo, y la verdad es que si estoy preocupada por él.

―¿Y por qué no le llamaste?

―Lo haría si tuviera algún contacto.

―Eres su asistente, debes tener su teléfono.

―No está en la planilla, solo el email, pero no puedo usarlo para preguntarle como está ―digo un poco aburrida―, quizás Natalie French lo tenga, pero tiene una actitud bastante agreste conmigo desde que Bledel me dio su puesto de asistente.

―Debe estar enamorada de él y está celosa de que la desplazaron.

―Eso...

―Tranquila, nunca he escuchado nada de ellos. Natalie es una friki así que debe estar en su rango de gustos

―Vaya, sí que eres deductiva.

―¿Quieres llamarlo?

―No, tal vez vaya mañana.

―Yo sé que quieres ―insiste.

―Vamos, Cand.

―Espera un momento ―dice haciéndome un alto con su mano y seguido saca su teléfono y empieza a teclear.

―¿A quién le escribes?

―A la persona que puede conseguirme su número.

―Cand ―insisto y ella sigue escribiendo mensajes.

―Espera ―me ataja de nuevo―, ¡ya está! ―festeja mostrándome la pantalla.

―¿Se lo pediste a McEntire?

―Obvio, Sabrina puede ayudarme con todo lo que necesite.

―Pero...

―Pero nada, ahora llámalo ―me exige y yo lanzo un resoplido.

Sin embargo, dije que quería llamarlo, y ahora me pongo nerviosa. Ella pone los ojos en blanco y saco mi teléfono antes de que lo haga ella y llame como lo hizo con la tarjeta. Miro el número y empiezo a marcarlo, cuando estoy haciéndolo me siento nerviosa porque si contesta no sé qué decirle, o tal vez sí, pero me da vergüenza.

Mis dedos tiemblan, pero al final termino de marcarlo. Lo llevo a mi oreja y espero a que conteste. Eso me pone más nerviosa, tal vez no lo haga. Tal vez...

―¿Quién habla? ―pregunta al otro lado y yo hiperventilo―, ¿Quién es? ―insiste y Cand me tiene que dar un codazo para que reaccione.

―¿Pro-Profesor? ―digo y aguardo como tonta.

―¿Elianne? ―pregunta y que mencione mi nombre completo me da un cosquilleo en el pecho.

No muchos me llaman así.

―S-Sí, soy... yo ―respondo―, ¿lo estoy molestando? ―pregunto bastante nerviosa.

―No, solo no reconocí el número, pero me alegra que hayas llamado.

―¿De verdad? No lo estoy incomodando.

―Es de verdad ―reafirma.

Cand hace unas muecas cursis y burlonas así que salgo del auto.

―Entonces debo disculparme por buscar su número, estaba preocupada por como seguiría después de lo ocurrido.

―Me obligaron a reposar, por eso no pude ir hoy, así que me alegra que hayas buscado mi número y me hayas llamado.

―Eso me alivia. ¿Mañana podrá ir?

―Me temo que no ―responde apagando la voz―. Debo reposar tres días, ¿estaría mal si me aprovecho de tu amable llamada y te pido que vengas? ―dice y tengo que apretar el teléfono para que no me escuche suspirar como tonta.

Respiro hondo y vuelvo a la llamada.

―No, me encantaría.

―¿En serio no mientes? ―pregunta con cautela en la voz.

―De verdad que no ―afirmo sonriente.

―Gracias, te enviaré la dirección a tu teléfono, solo no los compartas con nadie más.

―Juro que no lo haré ―digo y mentalmente levanto una mano como si fuera un scout.

―Entonces te veo mañana ―dice.

―Está bien ―respondo y no sé si colgar yo o esperar a que lo haga él.

―Esperaré a que cuelgues ―dice avergonzándome y termino colgándole con el pecho acelerado.

No puedo evitar reírme por todas esas reacciones tontas que nunca había experimentado. Cand baja del auto y me mira achinando la mirada con malicia.

―Cielos, tan rápido te enamoraste de él.

―Cand deja de molestar ―exclamo y vuelvo al auto.

Ella obvio se ríe de mí y ya quisiera hacer lo mismo, pero lo cierto es que me siento como si fuera la primera vez que experimentara esas cosas que te hacen sentir tonta y feliz. No miento cuando dije que quería verlo y me pone contenta que pueda hacerlo mañana.

Mi odiosa amiga me deja en casa; sin embargo, al llegar hay alguien esperándome sentado en el arcén.

Adam.

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Quiéreme por favorWhere stories live. Discover now