💀Capítulo 30. No eres nadie

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A partir de ese momento su vida cambió, ya no se sentía maldito, sino bendecido, todo marchaba demasiado bien y no hizo más que mejorar cuando conoció a Viktor, a su querido y amado Viktor. Eran similares, ambos con padres demasiado estrictos, ambos escapando de ellos para evolucionar por su cuenta.

—Viktor Novikov —se presentó. Ese era su apellido en aquel entonces, cuando ambos eran normales... casi.

Matthias se enamoró profundamente de Viktor, despertando otra parte de sí mismo que mantuvo oculta: su atracción por los hombres. Comenzaron una relación en secreto, una en donde el cariño no faltaba, pero sí otra cosa, otra parte de él que quería dejar de esconder.

—Dígame qué soy —pidió a una vieja bruja, o al menos así era como la llamaban. Encontrarla fue un reto por sí solo, buscándola a base de rumores, dio con ella debajo de un puente de la ciudad; nunca permanecía en el mismo sitio dos veces por temor a ser quemada viva por los ignorantes mortales.

—Tú ya sabes qué eres —contestó ella. Su nombre era Sybilia y su bizarra apariencia delataba su naturaleza; con un iris café y el otro celeste y una cara que parecía vieja, pero extrañamente atemporal, era indudable que se trataba de una bruja.

Matthias entornó los ojos. Sí lo sabía, lo temió desde que descubrió la existencia de lo sobrenatural.

—Un brujo —musitó.

Escuchó una gota de agua colisionar contra el suelo de piedra. Sybilia sonrió, satisfecha, y extrajo lo que parecía ser un brazalete del interior de la túnica negra que llevaba puesta.

—Dame tu mano, muchacho —pidió, pero sonó y se sintió más como un comando.

Matthias dio un paso hacia ella y extendió la mano derecha. Sybilia la tomó, pasó las yemas de sus dedos por la palma, trazando su línea de la vida hasta detenerse justo en medio de esta. En su otra mano llevaba una cadena de plata en donde colgaba un perfecto cuarzo blanco, la forma parecía tallada a mano, sin rastro de imperfecciones. La bruja colocó una de las afiladas puntas sobre la piel de su mano e hizo un profundo corte.

Él siseó por el ardor, teniendo el reflejo de retirar la mano, pero Sybilia no se lo permitió hasta que terminó de cortar. La sangre fluyó, cálida y espesa. Matthias estaba por cuestionar sus acciones, pero se quedó pasmado cuando el cuarzo blanco absorbió la sangre y cambió su coloración por un brillante carmesí. Era precioso.

—¿Qué...?

Sybilia lo interrumpió colocando el brazalete con el cuarzo de sangre frente a sus ojos.

—Los brujos entregamos este tipo de detalles a quienes amamos —explicó y pasó su mano libre sobre el corte de él, deteniendo el sangrado y cerrando la piel. Matthias se paralizó ante tal truco—. Dale esto a alguien que amas. —Sybilia dejó el brazalete con el cuarzo sobre su mano, cerrándola en un puño—. Sí, precisamente a esa persona en la que tanto piensas.

Matthias estaba impresionado por las capacidades de la bruja, se sintió sobrecogido por emoción y una gran admiración hacia ella. Quería ser como ella.

—¿Cuál es el precio? —preguntó al ver el cuarzo.

La bruja mostró los dientes, estaban amarillos y torcidos.

—Tómalo como una muestra de mi confianza —respondió—, sin embargo, sí quiero ponerte una condición.

—Por supuesto.

—Regresa a mí algún día, Matthias Harker, quiero volver a verte —condicionó—. Siempre sabrás cómo encontrarme.

Matthias asintió sin dudarlo. Por supuesto que regresaría a ella, quería hacerlo, quería preguntarle tantas cosas y aprender de ella.

Vampire AnomalyWhere stories live. Discover now