Capítulo 42: Os' dejo en libertad

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—Hay algo que aún podemos hacer —resaltó Daniel luego de escuchar el relato de Angela sobre las pistas que seguía él Oficial Banner—. Aún estamos con vida, por lo que podemos decidir como queremos pasar las últimas horas. Invadidos de turbios pensamientos, o llenos de felicidad. Síganme —sugirió.

Deborah, Chris, Angela y John, siguieron los pasos de Daniel hasta afuera de la casa. Se dividieron para emprender un camino en auto; junto a Deborah subió Angela y Chris; en el auto de Daniel subió John quien andaba junto a él desde temprano. La ruta sellada por Daniel, conducía afuera del pueblo con destino a Sweetdown, a aquel Restaurante Bar–Karaoke taberna de pueblo ochentero con estilo de toques contemporáneos y anteaños, en un ligero estilo de Night Club, con comida cultural y de un alto nivel de exquisitez. El mismo lugar a donde John llevó a Deborah.

Se compartiría el tan expresivo y apercibido lugar con los otros dos restantes del grupo. La sensibilidad de Angela conectó al instante con el Restaurante, lo sintió pacífico y armónico, para nada invasivo en comparación a los que ella y los chicos frecuentaban. Por su lado Chris, lo tomó muy a la ofensiva, no quiso ser arrogante, mucho menos discriminador, pero al igual que Deborah en su primera vez en el lugar, no pudo pasar por alto recelar a la presencia de los hombres fortachones con estilo rockero. Pero si en algo sí congeniaba con Angela, era que la inmensurable tranquilidad del lugar era un pasaje al infinito sueño de esperanza.

Se divertían a plenitud, los ojos de todos cinco volando a través de los otros, como un solo pensamiento de felicidad y unión telepática, del goce en perspicacia de libertad. Daniel, se detuvo un segundo para dirigirse al baño, mientras dejaba continuar al resto con la celebración. Maldito segundo en el que el celular de Angela gritó que el Misterioso estaba llamando.

—¿Se divierten en aquel lugar? —preguntó él al son de la serenidad.

—Lo hacíamos, lástima que no dejé mi celular en casa —exasperó Angela una risa melancólica—. ¿En dónde estás?

—Más cerca que lejos, y más lejos que cerca. —Se reía de sus propias palabras.

Todos voltearon sus miradas de un lado a otro, el Restaurante estaba lleno, había gente por doquier: comiendo, bebiendo, en el karaoke, riendo y hablando por celular. Los que hablaban por sus celulares, solo eran tres, dos eran unas chicas, que continuaban comunicadas sonriendo y charlando como si nada, el otro eran un chico al que apenas se le podía ver su rostro, se encontraba en el bar. Angela apareció de la nada a su espalda con su celular en la mano, tocó su hombro para que él volteara.

—No estoy en —decía aquel joven a su celular cuando se vio interrumpido…

Obvio no era él, nunca se escuchó su exclamación al celular de Angela.

—Espera, luego te llamo, ya salgo para allá —agregó él mismo antes de cortar, preocupado por la intrusión de Angela ante su presencia. Ella ya lo conocía, era el mismo chico apuesto con el que compartió un momento de fogosa deleitación aquella noche en la cocina de casa de los Benson.

—¡Perdón! —refirió Angela apenada—. Creí que eras alguien más.

—No hay problema —planteó el joven, optando por una deslumbrante sonrisa mientras se retiraba del lugar...

—Se me hace haberlo visto antes —mencionó Deborah—. Su sonrisa me es familiar de algún lugar.

—No me digas que ha sido uno de tus ligues. —Le pidió Angela.

—No, para nada —rieron ambas a la vez.

Se habían olvidado de que el Misterioso estaba a la otra línea, aún cuando no decía nada.

LO MEJOR ES CALLAR: Deseo de Justicia [4to BORRADOR]Where stories live. Discover now