Capítulo 4

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Me quedo pasmada, esos tres enormes lobos podrían acabarme en segundos sin dejar rastro alguno de mi existencia

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Me quedo pasmada, esos tres enormes lobos podrían acabarme en segundos sin dejar rastro alguno de mi existencia. Mi instinto me obliga a quedarme lo más quieta posible para evitar llamar su atención. No puedo evitar temblar un poco, ¿qué tal si esto no es un sueño? ¿Qué tal si de verdad mi vida está corriendo peligro en este momento? Por más irreal que se vea esta situación sé que lo mejor para mi es no tomarla más como un sueño y así evitar peligro.

Frente a nosotros están, un lobo de pelaje color azabache y de rabiosos ojos negros el cual tiene el olor más intenso que el resto de lobos, tan fuerte que siento mi nariz picar cada vez que lo olfateo. Su energía me obliga a doblegarme y mantener mi vista baja.  Él está acompañado de otros dos lobos uno marrón claro y otro plateado con manchas blancas en su espalda las cuales lo hacen lucir como si un bote de pintura le hubiera caído encima. Sus tamaños son un poco más bajo comparados con el lobo negro. Los tres me observan con una mezcla de curiosidad y odio la cual me retuerce el estómago.

Mi instinto me dice que el lobo negro es el que dirige el grupo, su pesada energía y comportamiento autoritario con el resto de lobos lo confirma.

Me llegan varias voces a la cabeza pero no logro entender ninguna, solo permanezco en silencio mirando con atención las posiciones que cada lobo toma intentando prevenir cualquier posibilidad de que me ataquen. Intento no mantener mi mirada fija por mucho tiempo en uno de ellos ya que podrían considerarlo amenaza.

Mi mente me obliga a concentrarme en la conversación que se lleva a cabo en mi mente. Al parecer no estoy loca y esta es su forma de comunicación:
-«Sabes que no tenemos tiempo para recién llegados»- dice una voz demasiado gruesa la cual da escalofríos.

-«¿Entonces la matarás?»- reconozco esa voz, es la del lobo dorado. Suena preocupado y lo observó dar un paso hacia atrás acercándose más a mí.

-«No creo que sea buena idea. Necesitamos más de nosotros, para proteger el territorio y la supervivencia del clan».- dice el lobo gris con manchas blancas, al decirlo baja sus orejas y su vista en señal de sumisión.

-«No hay tiempo, tenemos muchas cosas de las que preocuparnos. Es invierno, hay pocas presas y muchos de nosotros a los que alimentar»-vuelve a resonar esa atemorizante voz y mis pelos se ponen de punta.-«Noah, tú lo harás.»- añade gruñendo con rabia hacia mí.

No hace falta ser muy listo para saber a qué se refiere. No me quiere con vida.

Me sacudo tratando de sacar esas voces de mi cabeza y mis patas responden por si solas cundo comienzo a correr desbocada por el bosque. Por ahora huir me parece la mejor opción de todas ya que no puedo enfrentarlos.

Mis patas recuerdan el camino a casa y mi nariz me guía por donde dejé un rastro. Me sorprende como la adrenalina que tengo ahora me permite moverme con agilidad y rapidez, probablemente logre perderlos. Mi corazón late tan rápido que puedo escuchar la fuerza de mi pulso.
Estoy cerca de llegar a mi casa cuando algo salta sobre mi sacándome de mi camino. Ruedo por la nieve y me golpeo la espalda con una roca, me incorporo adolorida pero por suerte no me he roto nada. Inmediatamente mi cuerpo se pone en posición de ataque y siento la adrenalina quemar cada parte de mi cuerpo.
Mi nariz me avisa que solo hay un lobo cerca de mi y rápidamente distingo a el lobo dorado caminando hacia mí.
Me alivia saber que solo tengo un contrincante y qué hay algo de posibilidades de que lo gane.

The Clan [AHORA PUBLICADA EN DREAME]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora