La llamada terminó y bajé del auto junto con mi bolso. A lo lejos se veía el área libre donde varios cadetes entrenaban. Justo a un lado, todo parecía estar listo para el servicio, era típico de este lugar seguir con el día normal incluso si no lo era.

Después de cerrar la puerta de la camioneta, caminé el recorrido que al parecer no había olvidado, pues terminé frente a aquella casa que aún no sabía cómo describir lo que significó para mí.

Todo parecía seguir igual cuando entré a la casa, por costumbre solo había girado la perilla y entrado cuando la puerta no opuso resistencia.

Al entrar todo estaba en su lugar, del lado derecho se observaba una pequeña sala, los sillones de un color azul combinado con el polvo común de algo que no es utilizado hace tiempo.

La chimenea estaba apagada y parecía que así estaba hace tiempo, sobre la chimenea había montones de carpetas y botellas al igual que en la mesa de centro.

Del lado izquierdo se podía ver la cocina, la mesa de madera llena de papeles y platos, tal vez todo siguiera igual a cómo estaba cuando dejé este lugar, pero definitivamente no como cuando llegué.

10 AÑOS ANTES.

El viaje en auto había sido divertido, los árboles hacían sombras graciosas en el suelo y la señora Bray puso canciones en la radio.

Pasamos por un gran cartel del que solo alcancé a leer "Bienvenido" en inglés, sabía que tenía que mejorar en eso para que las familias me quisieran.

El auto paró frente a una casa grande de color blanco, tenía una linda banca afuera que se mecía con el viento.

El Sargento Bray bajó y abrió mi puerta para ayudarme también a salir, dije un leve "gracias" para después ver a la señora Bray ofrecerme su mano con una sonrisa así que la tomé.

Caminamos juntas hacia la casa y no hubo necesidad de una llave, la puerta se abrió sin más.

Al entrar vi todo con emoción, era un lugar nuevo para mí y me gustaba conocer lugares. A la derecha había una pequeña sala con sillones grandes de color azul brillante.

También tenían una chimenea que estaba encendida, hacía que la casa se sintiera calentita. Sobre la chimenea había figuritas que probablemente podía romper así que anoté mentalmente no acercarme a ellas.

La mesita de centro tenía una canasta con lindas flores de diferentes colores. Giré a ver del lado izquierdo donde estaba la cocina, tenían una mesa que era adornada por una tela blanca y frutas en el centro.

-Vamos a ver tu habitación- habló la señora Bray y yo solo asentí.

Al fondo había un pasillo que llevaba a varias puertas, caminamos hacia una de ellas y al abrirse una cama estaba en el centro mientras las paredes estaban adornadas con dibujos de pequeñas coronas. Giré para ver a los adultos.

-¿Es mi cuarto?- pregunté con mucha sorpresa.

-Así es, lo preparamos en cuanto supimos que vendrías- el sargento Bray se inclinó para estar a mi altura -¿Te gusta?-

Asentí con obviedad, entré muy lentamente al lugar y seguí admirando todo pero me daba miedo tocar y romper algo.

Los pasos de alguien se acercaron y volteé con curiosidad, los señores Bray también giraron para recibir al niño que iba llegando, era alto y de cabello castaño, tal vez un par de años más grande que yo.

-Hola, soy Isaac- se acercó a mí.

-Mi nombre es Lily- dije esperando haber pronunciado todo bien.

Creating a LegacyWhere stories live. Discover now