💀Capítulo 25. No lo sigas

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—¿Encontraste la catedral? —preguntó la bruja, caminando a lo largo de la orilla, balanceándose con sus brazos extendidos y con el viento soplando su cabellera bicolor, siempre estaba despeinada.

—No.

—Sí no encuentras la catedral, tu obsesión con el Salvador será ridícula. Haz que sirva de algo —se mofó—. Vamos, ni siquiera lo comprendo, ¿por qué la obsesión? Lo entiendo viniendo de los tipos en el departamento, pero ¿tú qué?

Lazarus sacó el cigarro de su boca.

—Tengo asuntos pendientes con el Padre Común —respondió, vago—. El Salvador sabe dónde está.

Blair detuvo su andar y se volvió hacia Lazarus con los ojos entornados, el de color azul brillaba con intensidad. Le arrebató el cigarro de entre los dedos y le dio una calada.

—¿Por qué cada vez que me miras te sientes culpable? —cuestionó ella, señalándolo con la punta a medio quemar del cigarro—. ¿Acaso tienes una deuda con mi familia? ¿Acaso mataste a un ser querido mío? ¿Qué mierda te pasa, vampiro vejete?

Lazarus metió las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Me cuestionas como si tú no tuvieras tus propios intereses con el El Salvador y el Padre Común —refutó y la miró de soslayo—. Lo culpas de haber quebrado a tu familia, ¿me equivoco?

Blair esbozó una amplia y retorcida sonrisa. Dejó caer la colilla al suelo y la aplastó de un pisotón.

—Tienes razón, detective. De paso te digo que también tengo razones para creer que El Salvador mató a mi hermano mayor. —Pasó al costado de Lazarus, y susurró: —Pero eso ya lo sabías, ¿no?

Lazarus la vio marcharse de regreso al departamento, y lo único que pudo sentir —más allá de frustración—, fue culpa. Blair Bellanova era la hermana menor de Lucas y él, en sus ánimos de querer protegerla, terminó haciéndole más daño. Tal vez uno irreparable.

Blair, en cambio, bajó al departamento y, al abrir la puerta, fue recibida por una maldición proveniente de la cocina. Se dirigió hacia allá, curiosa, tal vez alguno de los humanos había sufrido un trágico accidente del cual ella encontraría un morboso placer en presenciar antes de hacer algo al respecto. Iba a dejarlos sufrir... solo unos minutos.

—¡Mierda! —espetó la chica de cabello corto con mechas rojas. Elay, Ellie May para fastidiarla.

Blair vio que intentaba encender una vela con simplemente observarla o pasar una mano sobre esta. La chica intentaba hacer magia de la manera más patética que hubiese presenciado antes.

—Eso es patético, Ellie May —señaló, mofándose.

Elay se sobresaltó y se apresuró a volverse hacia Blair, por la expresión en su rostro, estaba avergonzada.

—Tú no viste nada —advirtió—. De hecho da lo mismo, todos te toman por loca, no importa lo que digas.

Blair se carcajeó y se aproximó a la mesa, sentándose sobre esta. Pasó una mano encima de la vela y, sin esfuerzo alguno, surgió una flama, pero no era cualquier flama, sino una de fuego azul, mucho más bonito que el violento anaranjado.

—Sabes que tienes el potencial, ¿eh? —inquirió la bruja, encendiendo y apagando la flama con el simple movimiento de sus dedos—. ¿Buscas imitarme?

Elay frunció el ceño.

—No busco imitarte a ti de ninguna manera —aseveró, viendo la vela—, pero tienes razón, siento que tengo ese "potencial".

—Potencial de bruja —repitió Blair—. Qué desperdicio tomando en cuenta tu edad.

Elay amplió los ojos.

Vampire AnomalyWhere stories live. Discover now