CAPÍTULO 1.

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Narrador

No se parecía en nada a como la recordaba fue lo primero que pensó Natasha Zapata al estudiar la figura rígidamente inmóvil de la mujer que se hallaba sentada frente a ella, mientras la mesera les servía los cafés.

-¿Algo más? -inquirió con tono antipático con un intento de camuflaje jovial, desmintiendo el texto de la placa que llevaba en la solapa: «¡Hola! Soy Lisa. ¡Que tengas un buen día!».

Llevaba una mancha de algo en el uniforme, Tasha dudaba que aquella mujer con aquel aspecto y modales, pudiera alegrarle el día a nadie, pero bueno ese no era el punto en esos momentos. Y cabe notar también que ese no era el efecto que estaba suscitando en su silenciosa compañera de mesa. Hasta el momento, Patt ni siquiera había dado muestras de advertir su presencia. Era como si estuviera rodeada de un escudo invisible dentro de su propio mundo. Un escudo que no dejaba entrar a nadie.

¿Y eso qué me importa? Pensó fríamente a ella que podía importarle lo que le pasara a William Patterson, si solo el simple hecho de que pudiera pasear por Nueva York como una mujer libre era bastante más de lo que se merecía.

-Eso es todo, gracias - sin alzar la mirada, Tasha le tendió un billete de veinte dólares-. Por favor, mantenga desocupada la mesa contigua durante una media hora - El billete no tardó en desaparecer en su bolsillo, pero la chica no se movió.

-Eso no se lo puedo prometer señorita, si se me queda libre alguna mesa, me pierdo las propinas. Cada vez es más duro ganarse la vida, ¿no lo crees así lindura?

Se había dirigido a Patterson en un intento por ganarse su solidaridad, cuando Tasha vio que la mesera posaba ligeramente su mano sobre el hombro de Patt, se dispuso a intervenir, pero fue demasiado tarde y la furia se desató.

-Quítame la mano de encima... ¡ahora mismo! - habló fría y expectante en ningún momento había dejado de mirar fijamente su taza de café, había siseado las palabras casi sin mover los labios, con un tono inequívocamente amenazador, la chica se había quedado de piedra al escucharla.

- No soy tu «lindura» y no me gusta que me toquen -añadió alzando la mirada hacia ella y acribillándola con la misma - Si te empeñas en insistir quizá puedas sacarle algún billete más, pero yo que tú no tentaba a la suerte - volvió a hablar causando escalofríos en la chica, de todos los que estaban alrededor nadie más pareció haber advertido el incidente y Tasha decidió intervenir ofreciéndole a la estremecida chica otro billete para que se fuera y cumpliera lo que le pidió.

-Media hora. Es un asunto privado, ¿de acuerdo?

-De acuerdo -repuso pálida-. Muy bien, señorita... - y se retiró precipitadamente sin recuperar del estremecimiento que la rubia le provocó.

-Este café está asqueroso.

Patterson se palmeó un bolsillo de la chaqueta barata que llevaba y sacó un aplastado paquete de cigarrillos. Se puso uno en la boca y lo encendió, luego volvió a guardar paquete en su desgastada chaqueta.

-Antes no fumabas -le recalcó Tasha y tan pronto como hubo pronunciado las palabras se sintió una idiota.

-No, señorita Zapata, antes no fumaba. Durante estos dos últimos años he contraído algunos malos hábitos, pero he perdido otros... como fingir que me importan las conversaciones tan estúpidas como esta. ¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Por qué se comunica conmigo después de tanto tiempo?

Los periódicos de Nueva York en otro tiempo la habían llamado «La sirena de ojos azules», y Natasha se dijo que el nombre le había cuadrado a la perfección. Su cutis tenía en aquel entonces el brillo y el color de la porcelana más delicada y unos ojos tan azules solo comparables con la inmensidad del mar.

AMBIVALENCIA - Zapatterson - Blindspot [TERMINADA]Where stories live. Discover now