— ¿y le contaste a leroy que es su papá? — su nieto le preocupaba más que cualquiera. Era un chiquito que todavía no entendía lo que pasaba.

— no, todavía no lo sabe — negó con la cabeza. — prefiero esperar un tiempo más para que se acostumbre a la presencia de antoine. Va a ser mucha información para él si le digo ahora que una persona que vio dos veces en su vida es su papá.

Al niño no iba a costarle demasiado tomar confianza con antoine, sin embargo se conocían hace muy poco.

— las cosas no siempre salen como uno espera, isa, creo que eso ya lo tienes bien claro — su padre habló, observándola con una sonrisa comprensiva. — pero no podemos evitarlas. Pase lo que pase sabes que cuentas con nosotros.

Isa lo abrazó y se permitió soltar un par de lágrimas antes de limpiarlas para girarse a ver a su hijo, que ahora volvía con unas palomitas en la mano acompañado de amelia.

— ¿te gustó el partido? — preguntó la inglesa, levantándolo del suelo.

— no tanto como el primero — admitió haciendo una mueca. — en ese gritamos muchos goles.

— si — lo miró con una pequeña sonrisa.

— ¿sabes mamá? — dijo, segundos despúes de quedarse en silencio, pensativo. — no sabía que antoine era futbolista.

— ¿y que pensaste que hacía?.

— lo mismo que tú.

Isa negó. — antoine juega fútbol, y es uno de los mejores jugadores que existe.

— entonces ¿le puedes pedir que me enseñe a jugar?.

La inglesa recordó esa conversación que había tenido con el rubio años atrás, cuando mencionó que le gustaría tener hijos para que lo vieran hacer lo que más le gustaba. Y la imagen de leroy y él jugando fútbol se vino a su cabeza, aunque el pequeño apenas pudiera patear la pelota de fútbol. Todavía era muy chiquitito y no podía correr sin tropezarse.

— tal vez tú podrías pedírselo mañana — se encogió de hombros.

...

Isa y leroy se encontraban en el palco, esperando a que el partido comenzara. Habían tanto hinchas franceses como daneses, y la inglesa no podía sentirse más fuera de lugar.

— ¿entiendes lo que dicen? — leroy preguntó acercando su rostro al de su madre en un susurro. Isa esbozó una pequeña sonrisa.

— un poco — admitió también susurrando. — ¿y tú?.

Leroy podía tener dos años, sin embargo isa ya había empezado a enseñarle más idiomas además del ingles, entre los que se encontraba el francés.

— también — contestó acurrucándose en el pecho de su mamá y estiró sus brazos para acariciar el rostro de isa. Era lo que hacía cada vez que tenía sueño.

Su respiración comenzó a ser más lenta, dándole a saber a la inglesa que estaba quedándose dormido, pero su sueño fue interrumpido por el festejo de los hinchas.

Rápidamente se acomodó en el regazo de su mamá y observó con atención como los dos equipos salían a la cancha y se formaban sobre el pasto.

Cuando comenzaron a cantar los himnos, leroy volvió a girarse hacia isa.

— no me sé los himnos — dijo.

— no pasa nada, roy — negó con la cabeza. — no tienes que saberte todos los himnos. Con el de inglaterra está bien.

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