hurricane 🜚 james potter ✓

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Sin embargo, en la escena del interior, Harry, Ron y su amiga Hermione están sentados con las piernas cruzadas en el suelo, mientras que Fred y Mari se aferran al lado de Maxwell, con lo que el chico en cuestión parecía exasperado. Huxley seguía durmiendo en el extremo de la cama y Regulus se preguntó seriamente cómo era posible con George y Thomas rebotando en la cama.

Regulus entrecerró los ojos cuando los adolescentes se volvieron hacia él.

—¿No pueden bajar un poco el tono?

Amara sonrió con descaro, tomando la palabra como siempre.

—Buenos días, tío Reggie.

—Por favor, sálvame. —murmuró Maxwell desde su sitio, intentando apartar a su hermana y a su novio de él.

Justo cuando Regulus estaba a punto de regañarlos una vez más, James Potter apareció desde las escaleras que conducían al ático, donde se encontraba el dormitorio principal en el que él y Olivia se alojaban.

Con el pelo revuelto y el pantalón del pijama acolchado en el suelo de madera, se detuvo también en la habitación de los adolescentes.

—Si no se callan, voy a despertar a su madre y les dejaré para que se encarguen de ella. —amenazó James, pasándose la mano por el pelo.

A Regulus casi le hizo gracia el miedo que había en sus ojos. Nadie quería lidiar con una Olivia Potter privada de sueño.

Tras asegurarse de que no harían más ruido, tanto James como Regulus volvieron a sus respectivas habitaciones, aunque Regulus no pudo evitar una pequeña sonrisa en su rostro. Su familia podía ser grande y caótica, ruidosa y destructiva, pero era hermosa.

Sin embargo, parecía que apenas su cabeza había tocado la almohada cuando alguien ya estaba llamando a su puerta, diciéndole que era hora de desayunar.

Ya podía oír las risas de Lucas, Charlie y Tonks mientras bajaba las escaleras. El salón estaba lleno de gente. Molly y Olivia junto a la cocina mientras James, Sirius y Remus jugaban a una ronda de snaps explosivos. Samuel y Arthur hablaban junto a la isla de la cocina, Lilian Potter en el regazo de Samuel, ya que al ser la más pequeña, le costaba relacionarse con alguien. Harry y Ron jugaban al cofre mágico junto a la chimenea, Hemione leía un libro a su lado. Tanto Percy como Bill no aparecían por ningún lado, junto con los cinco chiflados, que Regulus estaba seguro de que estaban causando problemas en alguna parte.

En general, la sala bullía de gente y conversaciones alegres y no pudo evitar que sus hombros se relajaran de inmediato.

—Buenos días —saludó Olivia, con el ceño fruncido mientras arreglaba el desastre de chocolate que James había hecho en la isla de la cocina—. Dieciocho años juntos y todavía estoy limpiando lo que hace él.

—Créeme, eso nunca va a parar. —intervino Molly.

Regulus se limitó a dejar escapar una pequeña sonrisa mientras las dos mujeres hablaban de las molestas manías de sus maridos.

Regulus se preguntó si el dolor cesaría alguna vez, si el anhelo desaparecería. Se preguntó si alguna vez dejaría de desear tener eso.

Quería estar molesto porque Maxwell se había dejado la tapa del váter levantada o había perdido un único calcetín. Quería despertarse con los pies fríos porque su amado le había quitado todas las mantas. Quería experimentar todas las molestas peculiaridades de la vida matrimonial y estar tan frustrado con su marido que lo único que podría hacer fuera suspirar. Quería dormirse en los brazos de su marido y despertarse en el borde de la cama y quería las peleas y el saber que esa persona te conoce mejor que tú mismo.