1. [La granja de los Riggs ]

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— Nada mujer, solo era una pequeña charla. — Dijo mi abuelo.

— Gilberto no me mientas, ya sé que quieres vender la granja pero no lo voy a permitir.

— Abuela, el abuelo no venderá la granja porque yo buscaré otro trabajo para mantenerla a flote.

— No es posible que me quieras dejar sin nada Gilberto, esta granja es mi hogar; mi vida. No dejaré que alguien la bote para construir un centro comercial o algo lujoso.

— No hay nada que hacer, solo que llueva dinero, así podremos salir de tantas deudas.

— Algo llegará, no piensen en eso. Terminemos de comer — Opiné, mi abuela estaba de los nervios al saber que mi abuelo quería vender su hogar por más de cincuenta años.

« No podía permitirlo »

« Tenía que buscar una solución pronto »

— No dejes que Gilberto actúe por un impulso, Adeline ayúdanos....

— Tranquila abuela, nadie venderá nuestra granja, ¿Oíste abuelo? La granja no está en venta.

— Con las mujeres no se puede dialogar — Mi abuelo habló, se terminó su sopa y se levantó de la mesa, con esa acción dejó el tema por terminado, yo continué con mi comida y mi abuela por un momento quiso llorar.

Sus ojos tenían lágrimas y odiaba verla sufrir, si no buscaba una solución pronto, mi abuelo vendería la propiedad y mi abuela no lo soportaría.

Ella amaba vivir en el campo.

(...........)

— Buenos días señor — Entré en la oficina del jefe del Solcito, el café en donde trabajaba.

— Buenos días ¿Qué la trae por acá?

— Solo quería pedirle un adelanto de mi pago, sé que a penas estamos terminando el mes, pero lo necesito urgentemente....

— Sé de tus necesidades, tu abuelo es mi amigo pero no puedo ayudarte; el café ha estado muy bajo de ganancias últimamente y los fondos no son lo mismo.

— Lo entiendo, pero...

— Adeline no tengo dinero en estos momentos, el café está en su punto bajo y....

— Lo sé, muchas gracias por su ayuda.

— Eres una buena muchacha, solo espera estas dos semanas...

— Ese es el problema señor, no tengo tiempo — Me despedí de mi jefe y salí de la oficina muy desilusionada, no sabía que le diría a mi abuelo una vez llegara a casa.

« No me habían dado el adelanto  »

« Los animales no tenían comida »

« Tenía todos los gastos y deudas encima »

Mi abuela estaría muy preocupada, no tenía dinero y la hipoteca de la casa tenía que pagarse.

Ignoré el hecho de que nada estaba saliendo como lo quería, mi día estaba siendo  complicado.

— Buenos días, Me puedes dar un café con leche semidescremada, dos cucharadas de azúcar y una gota de vainilla. — Asentí hacia el cliente que llegó, me di la vuelta y empecé hacer el pedido, mientras hacía el café seguí pensando en la manera de encontrar una solución definitiva a todos mis problemas.

— Disculpa ¿Te podrías sentar un momento conmigo? — Miré al extraño que pidió el café, no sabía a qué se refería y esperé que continuara:

Entre dos placeres © Where stories live. Discover now