01

17 1 0
                                    

Luca era un chico sin suerte.

Casi las diez de la noche, esperando el tren de las nueve, sintiendo los pasos de la oscuridad acudir en su angustia.

En una estación de tren en mitad de la nada.

En un andén solitario, cubierto por un silencio opacado solo por el ruido de los renacuajos.

Luca estaba allí, esperando su transporte nocturno, en completa soledad, rodeado por la luz de los faros.

Y más a lo lejos, del otro lado de las vías del tren, una chica vestida de rojo.

Luca intentaba no mirarla, no había nadie más allí, él solo esperaba sentado en uno de esos bancos colorido y llenos de publicidad, con su mochila a un lado de él.

En ese país los tickets eran gratuitos, una genialidad para cualquiera, si no fuera por los retrasos que a veces te hacían perder la fe de poder llegar a casa antes de que fuera un nuevo día en el calendario.

Él solo esperaba varado allí en el resto de la noche, si es que todavía quedaba algo de noche para variar.

Se preguntaba qué tan difícil sería encontrar un taxi en las zonas suburbanas de la universidad, si podría encontrar un lugar seguro para pasar la noche, o si estaría a salvo de cualquier cosa que pudiera pasarle si no llegaba a su apartamento.

Luca echó un vistazo a aquella chica con vestido rojo del otro lado de las vías.

Estando solo en aquel andén oscuro, cuyas luces parpadeaban como si estuvieran en una discoteca, apenas podía pensar en todos los problemas que tendría que lidiar al día siguiente.

Y mientras tanto, esa chica del otro lado de las vías lo acechaba.

Luca tenía miedo de levantar la mirada, y ver más allá de esa chica.

Sentía que algo se movía más allá, en las lejanías oscuras.

Luca alzó la mirada y las puertas del infierno se abrieron ante él.

Vio con sus ojos negros, una silueta oscura que yacía más allá, del otro lado de las vías.

Esa mujer parecía tener un vestido rojo, no era un vestido cualquiera, sus pliegues ondeaban ante el gélido viento de la noche.

De inmediato, Luca bajó la mirada, no quiso incomodar a esa chica solitaria, él solo se limitó a imaginar su historia, no parecía que viniera de salir de la universidad, a veces muchas modelos eran contratadas como actrices para ciertas presentaciones cinematográficas, pero a esas horas era más común contratarlas para otras cosas.

Pensó tal vez que era una pobre victima abandonada por la cínica industria, solo otra actriz soñadora con las alas rotas, obligada a tener que pasear por las noches con un vestido más valioso que su vida.

Luca alzó la mirada nuevamente de la manera más sutil que pudo, observó a su única acompañante intentando no parecer una amenaza para ella.

Más de una hora había pasado desde que Luca se sentó en ese banco, y lo único que esperaba de la vida era que le diera la oportunidad de escuchar chirriar las vías ante la llegada de un vagón.

Pero en esa noche silente, solo los grillos y el viento se podían notar.

Al menos, la presencia de esa chica, parada al otro lado de las vías, le daba una sensación de tranquilidad, como si sus ojos lo protegieran de la oscuridad.

El chico alzó la mirada y la vio de manera discreta.

Esa chica miraba las vías, siempre con la cabeza gacha, esperando el sonido chirriante que también esperaba Luca.

El chico aprovechó su distracción para observarla mejor, tenía un cabello negro, largo y ondulado como una ventisca, su piel era delgada, sus huesos pequeños y frágiles, su piel pálida y blancuzca, como un fantasma esperando su tren al inframundo.

Entonces vio como la chica puso una de sus manos en su hombro y removió la tela que sujetaba su vestido rojo, ella mantuvo su cabeza gacha.

Luca vio como su vestido caía lentamente en el suelo oscuro.

Y debajo de él no había otra prenda.

Ella estaba muy lejos, pero aún así Luca pudo observar sus pequeños pezones asomarse entre sus delicados brazos.

Todo su cuerpo quedó descubierto mientras ella se desnudaba en mitad de las vías del tren.

Luca se levantó de su asiento, sintiendo como todo su cuerpo se entumecía.

La observó, de pies a cabeza, desde su cabello corto hasta sus contorneadas piernas.

Esa chica giró su cabeza hacia el lugar por donde vendría el tren, dio un paso hacia adelante para acercarse a las vías, atravesando la línea de seguridad.

A lo lejos se empezó a notar el chirrido, el tren al fin estaba llegando.

Pero la mujer se acercaba más y más a las vías temblando de los nervios.

Luca se levantó lentamente, sintiendo que su espalda se llenaba de hielo.

Esa chica puso sus pies en la cumbre de las vías y puso un pie delante de sí, como si se preparara para...

Saltar.

Luca se dio cuenta de lo que estaba pasando y se levantó rápidamente.

La mujer solo miraba al tren que se acercaba mientras su rostro se iluminaba lentamente con la luz de los faros.

Un rostro juvenil y sublime...

...Y lleno de lágrimas.

Esperagritó Luca.

La chica saltó hacia atrás del susto y observó a Luca con un rostro aterrado.

La luz iluminó el rostro de ambos chicos, que se miraron de manera fugaz como si vieran una estrella.

Por un instante, Luca vio las lágrimas en el rostro de esa chica, su mirada llena de dolor, vio sus ojos negros cambiar de color y volverse miel.

La miró por un instante hasta que el tren se estacionó en mitad de ellos tapando su visión.

Lentamente los vagones comenzaron a detenerse, el corazón de Luca palpitaba como un tambor.

Cuando las puertas se abrieron, Luca se había quedado paralizado.

De inmediato entró y vio por las ventanas del vagón al otro lado de las vías, en busca de esa mujer de vestido rojo, pero no la veía por ningún lado.

Luca caminó por entre las sillas, lleno de indigentes durmientes y algún que otro borrachín, no dejaba de mirar por cada una de las ventanas.

Después de un pitido, el vagón comenzó a moverse, Luca siguió intentando buscar a esa mujer, pero ella había desaparecido.

Cuando el tren dejó la estación, Luca intentó buscar por otros vagones, abriendo y cerrando puertas, pero después del quinto vagón, ya no quedaba ningún lugar donde esa chica se hubiera escondido.

Luca observó desde las ventanas del vagón, el paisaje de una estación de tren que se alejaba de él.

Se sentó en una esquina y se dedicó a restablecer sus pensamientos.

Se quedó adormilado en su asiento y observó su propio reflejo desde su ventana intentando ver el andén donde se encontraba esa chica.

Desde el andén, la mujer vestida de rojo observó al tren alejarse.

______________________

Esto es para ti

El Infierno BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora