Comenzó bajando la cabeza, simulando un respeto que no sentía, en cambio, lo único que esperaba era que ese jodido Alfa creído no lo lastimara.

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Un par de horas más tarde, después de una cena bastante incómoda, al menos para sus primos y para él, llegaron a una fiesta de gala en un Casino, donde no sólo se encontraba la organización perteneciente a los Ronaldo si no una más, incluso más poderosa, que era la dueña de dicho lugar.

Los minutos pasaron donde sentía una mirada pesada sobre su persona.

Rápidamente Cristiano lo llevó al área de apuestas, sin dudas era un apostador, lo que le faltaba. Un Alfa irrespetuoso, creído y con ese vicio que no le encontraba sentido.

Después de tres derrotas y una sola victoria el Alfa vitoreaba sobre su experiencia en ese tipo de juegos.

La mirada no dejaba de seguirlos comenzaba a sentirse nervioso. Se acercaron a la mesa del black Jack, donde el Alfa presumía ser un experto y siempre ganar.

Mientras presumía sintió un aroma en su espalda, era el aroma más delicioso que alguna vez había olfateado. Era un Alfa, la testosterona era vigorosa y el aroma a chocolate y almendras que lo acompañaba resultaba reconfortante para su Omega.

-— ¿Que tal una partida? — Todos voltearon hacía esa voz, no sonaba altanera como la del otro Alfa, era reconfortante, al menos para él.

— Así que te gusta perder, Ochoa— El otro resopló

Sus miradas se cruzaron, las palabras que saldrían del de rizos ya no lo hicieron, se había quedado sin habla al observar esos hermosos ojos, a los dos les ocurrió lo mismo. Sintieron una atracción sin igual y su pecho se calentó. ¿Era posible que aquellas leyendas fueran reales?

Sus pensamientos fueron interrumpidos ante una risa burlona. — ¿Que quieres apostar Ochoa, Dinero?

El otro asintió, volviendo a la realidad — Claro, hagámoslo

Todos tomaron asiento alrededor, Cristiano en ningún momento le había dirigido la palabra, o incluso la mirada. Se sentía incómodo, sus primos estaban junto a él, igual de aburridos, esos juegos se les hacían absurdos.

Comenzaron apostando fuertes cantidades de dinero, al final el ganador se quedaría con todo. Era absurdo, ambos jugaban bien, no podía negar que ambos eran buenos, aún así la suerte parecía estar de lado del otro Alfa.

Cuando el juego terminó el ganador había sido Ochoa, sus amigos celebraron. El otro se tomó de los cabellos, había sido una fuerte pérdida.

— Maldita sea— Lo tomó del brazo con fuerza — Nunca había perdido así de seguro eres tú el de la mala suerte maldito Omega.

Rápidamente Ochoa lo empujó — Sabes bien que no me gusta que maltraten a Omegas y menos en mi propiedad.

— Nunca pierdo, menos así y lo sabes

El otro resopló, ese chico era tan narcisista y simplón que le causaba mucha gracia.

— Hagamos una cosa, un último juego, todo o nada.

— Hecho— Aceptó al instante.

— Hay algo más Ronaldo, siempre hay algo más, ya lo sabes. Si tú ganas, te regreso tu dinero pero si pierdes...

El otro resopló con frustración — Ya lo sé pierdo todo.

— El doble— Mencionó con cinismo

El otro apretó los dientes con frustración, ya no podía perder más de la fortuna de su padre — Estaríamos hablando de 1 millon de dólares

Quiero Pertenecerte (MECHOA AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora