💀Capítulo 19. No lo añores

Bắt đầu từ đầu
                                    

(...)

Los vampiros tenían la mala costumbre de asustar a todo mundo y hacerse de los sitios que quisieran. Esta era una de las tácticas favoritas de Lazarus Solekosminus, quien utilizaba su hipnosis para vaciar habitaciones enteras de humanos o, en La Sociedad Ulterior, haciendo uso de su estatus como detective. Era un gusto culposo suyo, la sensación de control.

Así que, fiel a sus costumbres, encontró una cafetería de poca monta en Reverse York y ordenó que la vaciaran por completo dado que estaban investigando un caso y necesitaban un punto de reunión. El dueño ni siquiera se atrevió a protestar, siendo un licántropo evasor de impuestos, aceptó con la pequeña condición de que dejaran pasar este detalle.

—¿Por qué una cafetería? —indagó Elay, paseándose entre las mesas que aún tenían tazas de café caliente sobre sus superficies y platillos a medio comer.

—¿Por qué no una cafetería? —preguntó la bruja, Blair Bellanova, en cambio, robando un sorbo de leche caliente de una taza—. Me muero de inanición. Mal, terrible, ¡una tragedia!

Blair se puso a dar vueltas por el sitio mientra reía como maníaca. Lazarus solo la observaba con desaprobación, para él no era más que un acto, puesto que estaba casi seguro de que la bruja en realidad estaba muy cuerda y sabía perfectamente lo que hacía.

—Este sitio nos permitirá pasar desapercibidos —explicó Lazarus, acercándose a una mesa para tomar una papa frita y comérsela.

—Pensé que la comida humana les sabía a mierda a los vampiros —señaló Elay. Ahora mismo era la única coherente en ese sitio junto con sí mismo... dependiendo del momento.

Lazarus se comió otra. Ya no estaban calientes y no sabían tan bien, pero seguían siendo una de sus comidas favoritas. Nadie le creía cuando decía esto, era como si por ser serio no tuviese derecho a la azúcar o a una fritura.

—Come algo ahora, no prometo que puedas hacerlo después —dijo en cambio, sin responder su pregunta.

Elay hizo una mueca de asco.

—Es comida ajena.

—En la prisión te comías lo que los otros escupían —añadió Blair, deteniéndose al lado de Elay—. O los hacías vomitar para quedarte con su porción. Cualquier opción estaba bien.

—Eso es asqueroso.

—¡No lo es! —exclamó y levantó los brazos al aire—. ¡Es como un aderezo!

—Ya cierra la boca. —La interrumpió Lazarus, apareciendo frente a ella para aferrarse a su muñeca todavía esposada.

—¡Uh, es rápido! —Se carcajeó, soplando un mechón de cabello que se pegó a su rostro.

Lazarus bajó sus brazos y señaló las esposas que ya le habían dejado marcas en la piel.

—Puedo quitártelas.

—Innecesario —contestó la bruja y tronó los dedos de ambas manos, quebrando las esposas en cientos de pedazo que cayeron desperdigados por el suelo.

Elay, quien había comenzado a comerse una especie de emparedado, se quedó boquibaierta al ver aquello.

—¿Siempre pudiste hacer eso? —preguntó.

—Sí, ahora pregúntame por qué no intenté escapar. —Se aproximó al rostro de Elay—. Anda, no seas tímida, mortal.

Elay dio un paso hacia atrás.

—¿Por qué no intentaste escapar?

—La prisión es mi hogar y como buena persona conformista, no quería dejar lo que ya conozco, eso sería estúpido, ¿no lo crees? Aventurarse a lo desconocido —explicó y le arrebató el emparedado de las manos, muy a disgusto de la otra chica—. Además, la constante atención, las apaleadas y la mala comida te mantienen entretenido.

—Pensé que no habías perdido la cordura —señaló Lazarus.

—No he perdido nada, detective. —Esbozó una sonrisa ladeada y luego señaló el cuello de Elay—. Dame tu collar y a cambio te regreso el emparedado.

—¿Qué? —Frunció el ceño—. Por supuesto que no.

—Anda, serás igual de linda sin él —insistió.

—¿Me estás coqueteando?

—¿Está funcionando?

—No. —Le arrebató el emparedado—. No me gustan las dementes, créeme que ya he estado ahí.

—Eres muy curiosa —concluyó Blair y, fiel a su naturaleza dispersa, se alejó de Elay y en su lugar señaló la etiqueta en su propio overól negro de la prisión—. ¿Saben por qué dice 111?

—Eres la prisionera 111 —contestó Lazarus con desinterés.

—¡Error! Es porque soy la prioridad número 1 tres veces.

—Deja de actuar como una loca —advirtió Lazarus, pero esto solo terminó provocando más a la bruja, quien se acercó y se detuvo a escasos centímetros de su rostro.

—Llámame loca, pero... ¿No se supone que los vampiros no pueden hipnotizar a otras criaturas sobrenaturales? —interrogó con un susurro—. Eres extraño, detective, y esta incesante obsesión tuya con el Padre Común tiene algo que ver. Créeme que llegaré al fondo de ello.

Lazarus la miró a los ojos y mostró una sonrisa maliciosa que enseñaba los cuatro afilados colmillos en su dentadura.

—Adelante, inténtalo.

Blair parecía a punto de replicar, pero fue interrumpida por Elay aclarando la garganta a propósito.

—No es por interrumpir sus ánimos asesinos, pero... ¿Dónde están Viktor y Dorian?

Vampire AnomalyNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ