Sonreí con malicia, aunque él no podía verme.

-¿Me besas y ya crees que soy tu novia?-hice un sonido disgustado, fingiendo incredulidad- Además menuda vergüenza debería darte... hace seis meses que muere tu novia y ya estás saliendo con otra...

-Seis meses... -lo oí murmurar, levanté la cabeza y decidí ponerme sobre él, apoyada sobre mis manos en su pecho.

-Los peores seis meses de mi vida- recordé todas las pruebas médicas, la rehabilitación... -no creas que la recuperación de dos balazos en el pecho es sencilla...

Intenté aligerar el ambiente con un tono informal, pero lo único que conseguí fue que su cara cambiara de color.

Me incorporó suavemente y jugueteó con sus dedos por la piel de mi brazo hasta llegar a mi clavícula y de ahí bajó buscando las cicatrices. También recorrió mi tatuaje, no muy lejos de las cicatrices y cuya herida en mis sentimientos era casi tan grande como la de balas.

Todavía me resultaba doloroso recordar ese día y no voy a mentir, a veces sueño con que Gael me disparaba una y otra vez de forma lenta y torturadora.

Eric cerró los ojos después de estar observando durante unos segundos eternos la piel más quemada y me atrajo hacia él de nuevo.

No sé cuanto tiempo estuvimos así, pudieron ser días, horas o minutos, pero me daba miedo cerrar los ojos y que cuando volviera a abrirlos, él ya no se encontrara a mi lado.

Entre el latido de su corazón y el tiempo que hacía que no descansaba bien, muy a mi pesar fui cayendo en los brazos de Morfeo, pero sin dormirme del todo, por miedo a que todo fuera una pesadilla cruel.

Noté movimiento debajo de mí y me aferré a Eric aún en medio de la inconsciencia.

Escuché su dulce risa que en estos momentos me sonaba a gloria y creo que incluso protesté en un idioma desconocido.

-Ma belle... -murmuró suavemente besando mi hombro, para luego repetir el proceso en mi mejilla. Se sentía muy bien, me producía cosquillas.

Finalmente abrí un ojo y vi sus iris azules observándome con una sonrisa.

-Eres hermosa...-dijo retirando el pelo de mi cara.
Alcé una ceja con incredulidad, seguro que incluso había estado babeando de una forma no muy sensual.

-Me gusta tu nuevo look, te hace parecer una muñequita de cristal... tan frágil que si te toco te vas a romper...-sujetó mi cara entre sus manos y depositó un pequeño beso.

-No soy de cristal, y si no me tocas te voy a romper yo a ti la cara.

Comenzó a reír por mi arranque y noté como la sangre me subía a las mejillas.

-Oh, me voy a tomar esa amenaza en serio pequeña muñequita -golpeé su hombro y fingió dolor. Me sujetó para luego soltarme en medio de la cama y taparme con todas las sábanas y colchas.

-¿Te vas? - pregunté entrando en pánico. Él me dio uno de esos besos que te dejan sin aliento y te hacen olvidar tu propio nombre.

-Claro que no ma belle, pero aunque me encantaría comerte durante toda la noche, lo cierto es que mi cuerpo necesita alimentos.

Suspiré aliviada e incluso un poco incómoda, creo que comenzaba a volverme paranoica.

-Saldré a la tienda más cercana a comprar... ¿fresas y nata?-preguntó alzando las cejas y yo le sonreí feliz- Además debería pasarme por mi apartamento a recoger algo de ropa y a Julieta... ¿tu edificio permite animales?

-Oh mi Romeo...-dije nostálgica, pero asintiendo, no había problema, mi perrito lindo, cuanto lo echaba de menos.

-¿Quieres algo más de comer?

Quiero darte un besoWhere stories live. Discover now