-¿Qué significa esto? -preguntó confundida- Aila ¿tú?

-M-mamá, déjame explicarte -mi voz tembló.

-Ni una palabra Aila, ni una palabra, ya con lo que estoy viendo tengo suficiente

-Lehanor -intervino Maxwell- Si Aila y yo estamos juntos es porque...

-Cállate!!! -lo cortó.

Mi madre alzó tanto la voz que me hizo pegar un salto en mi lugar, estaba muy enojada, sus ojos no tenían ese brillo especial que los caracterisaban, estaban apagados y fríos, sin emociones.

-Cállate Maxwell, eres un mentiroso, lo mismo hiciste conmigo, engañas a mujeres inocentes con estúpidas palabras de amor

Las lágrimas no tardaron en salir de mis ojos y comenzaba a respirar con dificultad, Maxwell estaba rígido en su lugar, mientras que mi madre no dejaba de mirarme con rabia, desepcion.

-Aléjate de él Aila, trata de cubrir tu vergüenza, si es que puedes-susurró con enfado- Este error lo vamos a arreglar tu y yo, a solas

Mi madre se giró dándonos la espalda, cosa que Maxwell aprovechó para abrazarme y tomarme el rostro dulcemente.

-Tranquila bebé, estamos juntos en esto ¿está bien?

Yo solo pude asentir mientras me inclinaba y recogía mi blusa del piso y me la ponía...

Mi madre se volvió a girar hacía nosotros mientras tenía sus manos hecha puños de la furia que estaba tratando de contener.

-Mamá, yo soy la primera persona en el mundo que quería evitarte un disgusto -dije sincera- Ninguna hija quiere que su madre la vea así

-¿Así cómo? -preguntó con decepción -¿Cómo una cualquiera?, Desnuda y enredado en los brazos de tu propio padre

Maxwell se puso delante de mi, ocultandome tras su espalda en un intento de protegerme de las palabras hirientes que mi propia madre me estaba diciendo.

-Lehanor- la llamó Maxwell- A mi sí me puedes insultar si quieres, pero a Aila no le digas nada, ella es una princesa

-¡Era una princesa qué tu manchaste! -alzó la voz- Le quitaste la pureza, la mirada inocente, mírala -me señaló con un dedo- Mírala ahora, parece una bandolera de esas con las que solías acostarte

-Cuida tus palabras Leahnor -gruñó Maxwell- No vaya a ser que te arrepientas

Maxwell me tomó de la cintura con uno de sus brazos mientras dejaba un corto besó en mi frente, tratando de calmarme, pues yo no dejaba de llorar por las palabras de mi madre, tan hirientes y despectivas.

-¡Quítale las manos de encima a mi hija! -dió un paso al frente con furia.

-Pues no, no se las voy a quitar -desafió Maxwell.

-Ensuciaste, lo más sagrado que yo tenía en mi vida y eso no te lo voy a perdonar nunca -un sollozo escapó de los labios de mi madre.

-Yo la amo, Leah

Mi madre sonrió falsamente mientras lo miraba con la mirada oscura y penetrante, llena de tanto odio y rencor, que me hizo estremecer.

-¿La amas? -dijo con burla- Si la amarás te hubieras alejado de ella antes de que las cosas pasaran a más entre ustedes dos, pero no, tenías que dejarte llevar por la calentura y darme dónde más me duele, mi niña, mi Aila

-Tú no sabes nada, yo a Aila siempre la he respetado

Mi madre no lo pensó dos veces y le dió una fuerte cachetada en el rostro a Maxwell, yo me acerqué a él y lo alejé de ella poniéndome en el medio de los dos, no quería que le volviera a pegar.

Pasión & PoderWhere stories live. Discover now