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Sin notarlo, había llegado la noche. O tal vez solo era el narrador cambiando el tiempo por la trama.

—No veo nada, ¡ah!

Oí un estruendo, ¿ya era el fin del mundo? Me voltee convertida en Gatúbela, para lograr mirar mejor en la oscuridad.

—¡¡Colgate 360, ven aquí!!

Tomé el rostro del sensual hombre y le pasé rápidamente un pañuelo encima, cuál dejó su cara reluciente y brillante.

—¡Genial! Nueva lámpara.  —Rayita tomó los cabellos de Colgate 360, tirando de ellos y haciendo que él mire directo al suelo, para que de esa manera pudiéramos sacar los utensilios y las canastas que usaríamos para nuestro picnic nocturno.

El rostro de Colgate 360 era brillante, sí, pero entonces él sonrió, causando que la luz de la luna se quedará tiesa ante sus dientes blancos y Rayita gritara por el dolor que el destello había causado a sus ojos.

—Devoraste. —le dije a Colgate 360, quien me lanzó un beso.

Quedé roja como un limón, sonriendo embobadamente aunque no sepa ni que signifique sonreír así.

Estaba tan concentrada en mis emociones que no caí en cuenta de que unos policias armados habían llegado a la escena, mirándonos en posiciones de fila triangular.

—¡¡Oh no!! Deben trabajar para la alta comisión de libros.

Escuché a Rayita e intenté escapar, sin embargo ellos me habían tomado de la camisa y estaban intentando agarrar a Colgate 360 también, por lo tanto decidí  transformarme en algo más pequeño; convirtiéndome en una abeja auténtica.

—¡¡TN, ellos también son abejas!!

Oí decir a Rayita, yo seguí volando descontroladamente hasta que volvieron a sujetarme.

—Son lindas abejas, ¿no quisieran un besito? —dijo él que se veía más grande que el resto.
—Pero, ¿qué no son primas de nosotros? —le respondió otro más alto que él, pero menos fuerte.
—Lejanas, lejanas.

De pronto, Rayita y yo escuchamos un estruendo, cuál nos hizo voltearnos y ver a Colgate 360...

El cepillo colgate 360 y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora