💀Capítulo 17. No lo dejes caer

Start from the beginning
                                    

—No digas estupideces.

Fingió que sus palabras le dolían.

—¿Mi muerte te parece una estupidez?

—¡Por supuesto, tú la estás provocando! —replicó.

—De verdad te dolería si muero, ¿verdad?

—¿Todavía te queda duda? —cuestionó el vampiro, dando un paso hacia él.

«Eso, acércate». Pensó.

—¿Llorarías? —preguntó entonces.

—Hasta deshidratarme —contestó, dio otro paso.

—¿Asistirías a mi funeral?

—Yo mismo lo organizaría. —Un paso más.

Entornó los ojos. El viento gélido de Nueva York le revolvía el cabello sobre el rostro, hace mucho que no sentía tal sensación en la piel de la cara que siempre cubría tras una máscara.

—¿Podrías olvidarme?

—Jamás. —Otros dos pasos. Le comía la ansiedad.

—Bien, te creo —cedió, tomándolo por sorpresa—, pero ¿quieres un consejo?

Viktor frunció el ceño, más tenso que hace un instante.

—Olvídame ya. —Extendió los brazos, cerró los ojos y estiró un pie hacia atrás. Ya sentía el vacío aguardándolo.

O eso hubiese querido.

—¡Dorian! —gritó Viktor a su oído y sintió sus frías manos rodeando su cintura, manteniéndolo casi colgando—. ¡¿Perdiste la maldita razón?!

El Salvador, en el cuerpo ajeno, abrió los ojos y se encontró con los del vampiro. Sus rostros se hallaban a centímetros de distancia, su aliento tenía un ligero aroma metálico por la sangre que bebió antes, y su expresión... su expresión era de angustia genuina. Como le gustaba ver esa cara de tan cerca.

Soltó una carcajada descompuesta y echó la cabeza hacia atrás, dejando su cuello al descubierto mientras veía la ciudad de cabeza.

—Solo quería ver qué tanto te importo —explicó con sinceridad.

Viktor lo jaló hacia él con un movimiento brusco, pegando sus pechos. Podía sentir sus latidos acelerados, extraño viniendo de un vampiro. Ellos pocas veces se asustaban así.

—Maldito imbécil —masculló Viktor, pero había un palpable alivio en su voz.

—No me asusta morir. —Llamó su atención—. Si yo muero, no pierdo nada más que la vida.

El vampiro apretó los dientes, dejando ver sus afilados caninos. Se aferró con garra de acero a la tela de la camisa de Dorian y lo acercó más.

—Tal vez tú no pierdas nada, pero yo te perdería a ti y no pienso permitirlo —sentenció entre dientes—. No otra vez.

Por alguna razón, El Salvador sintió calidez en el pecho, una que se extendió a lo largo y ancho de su cuerpo. Era muy bizarro, se sentía cómodo, pero incómodo a la vez, como cuando alguien te hace un cumplido, pero no sabes cómo responder. Sí, eso era, estaba sin palabras. Extraño viniendo de él.

Viktor Zalatoris de verdad amaba a Dorian Welsh. Se lo decía, se lo juraba y se lo demostraba, estaba claro que no era una mentira, pero... ¿Por qué no era capaz de aceptarlo?

«No es que no lo aceptes, es que eres adicto a la sensación que te provoca». Le susurró una voz en su subconsciente.

No le gustaba otorgarle la razón a dicho subconsciente, pero ahora mismo, teniendo al vampiro tan cerca, admirando su rostro, sintiendo su miedo de ver a su amado morir, tanto como su alivio por haberlo salvado a tiempo, escuchando sus palabras honestas hasta el alma, no había forma de negarle la razón. Le gustaba, era adicto a la sensación de cólera que le provocaba y quería más y más y más y... Sucumbió.

Vampire AnomalyWhere stories live. Discover now