💀Capítulo 16. No lo dejes marcharse

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—Si tú lo dices... ¿Cuál era tu nombre?

Emma se cruzó de brazos, meneando la cabeza.

—¿Por qué tienes que actuar así? —inquirió—. No ganas nada más allá de que te odien.

—¿Y?

—¿Y no te importa?

Lugosi se carcajeó y pasó a su lado, esquivándola con indiferencia.

—No me podría importar menos lo que una pequeña humana piense de mí.

—Físicamente debemos tener alrededor de la misma edad, idiota —refutó.

El vampiro se giró hacia ella y señaló su cabeza.

—Lo que cuenta es la edad mental, mocosa. —Volvió a darse la vuelta y salió de la sala con pasos ligeros, dirigiéndose hacia la puerta.

—¿A dónde vas? Se supone que no puedes dejarme sola.

—¡Tú querías que me fuera!

—¡De la habitación, no de la casa!

Lugosi volvió a la sala en un parpadeo. Emma todavía no lograba acostumbrarse a ver a alguien moviéndose tan rápido. Viktor pocas veces lo hacía.

—Tengo una cita —admitió entonces—. Si sabes que los vampiros necesitamos amor para sobrevivir, ¿verdad?

—Tienes tres citas —corrigió—. Y no puedes simplemente irte así. ¿Qué harás si viene Carmilla y no estás? Te despedirán, genio. Protegerme es tu trabajo.

Lugosi exhaló, fastidiado.

—Odio este trabajo —se quejó y volvió a dirigirse hacia el vestíbulo de la casa.

—¿Aún así te irás?

—No, genia —arremedó—. Saldré para cancelar mis citas y no molestar a su majestad.

Emma no pudo más que suspirar. Sería una larga espera el retorno de Viktor para poder deshacerse de Lugosi.

Volvió a la sala, sentándose frente a la mesa con la intención de avanzar sus tareas, pero en lugar de esto, agarró el lápiz y lo tamborileó contra la mesa, pensante. Mordió la punta del borrador, dejando las marcas de sus dientes, y luego sacó el celular.

No le gustaba la idea de quedarse en casa de brazos cruzados, esperando a que Viktor resolviera todo. Su hermano estaba allá afuera, sin memorias, y quería ayudarlo de alguna forma. Sus recursos eran limitados, pero por algún lugar debía iniciar. Abrió el buscador de su celular y tecleó rápidamente.

—¿Banshees? —preguntó la voz de Lugosi a sus espaldas.

Emma casi suelta el celular del susto. Se volvió hacia él con enfado.

—¿Qué no estabas cancelando citas?

—No me contestaron. —Frunció el ceño—. ¿Para qué buscas Banshees?

—Para ayudar.

Regresó los ojos a la pantalla, deslizando a través de los resultados de búsqueda. No decían más de lo que ya sabía. Para los humanos, las Banshees no eran más que leyendas irlandesas, imágenes de mujeres bellas, pero monstruosas y asesinas. No era la verdad, ni de cerca.

Suspiró y se aferró al tabique de su nariz. ¿Qué debía hacer? ¿Por dónde debía empezar? Quería encontrar a su madre, eso era lo único que podía hacer, buscar su ayuda. No sabía a quién o a qué más recurrir.

—Sabes, si lo que buscas es información verídica sobre las Banshees, Google no debería ser tu primera opción.

Emma entornó los ojos, viéndolo con hastío.

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