La probabilidad se convirtió en todo un hecho cuando mi vista captó un nombre bastante peculiar escrito en letra cursiva

«Etan Coss»

No inventen.

Expulsé el aire con bastante lentitud intentando que mis ojos no se derritieran ante la falta de sentido común de la persona que escribió mi nombre de semejante manera. ¿Es enserio? Mi apellido solo tiene tres letras, C, O, X. Deben estar bromeando, no es tan difícil.

Decidí caminar rápido con tal de que nadie reconociera bien mi cara y que de esa manera, no se dieran cuenta de que yo soy el famoso Etan Coss.

Esto seguro era lo segundo más humillante que me ha pasado. Lo primero es... algo duro de recordar así que prefiero no hacerlo.

La anciana con cabello blanco y estatura promedio dejó de mover su cabeza por todos lados cuando el chico joven que sostenía el cartel la codeó levemente. Esta puso sus ojos en mí, sonriendo al instante.

Me detuve, cerca

—Abuela —esbocé una tensa sonrisa

—¡Ethan! —se hizo espacio para abrazarme. Le devolví el gesto enseguida, percibiendo su aroma a jazmín—. ¡Estás tan grande! Ya olvidé cuánto has crecido.

—Sí, yo... también te extrañé —me separé lentamente, un poco incómodo por tanta efusividad—. Tú te ves... muy bien.

—Me conservo —alardeó, batiendo sus pestañas. No dejó de escudriñarme—. Que suerte han de tener todas las jovencitas de Nueva York, eres todo un galán.

Sentí un poco de ardor en mis mejillas

—No diría galán galán, pero... gracias.

Me sonrió. El chico a su lado aclaró su garganta como si hubiésemos olvidado su presencia

—¡Oh! Lo siento  —ella se hizo a un lado—. Él es Mike, un chico agradable, es nuestro vecino. Le pedí ayuda para escribir tu nombre en el cartel, es que no encuentro mis gafas por ningún lado y tu abuelo estaba de compras —resopló—. Típico de ese anciano.

El rubio me tendió una mano

—Me llamo Michael, pero todos me llaman Mike —se presentó, agradablemente

—Lleva h —no pude evitar corregir, cuando la tomé para estrecharla

—¿Cómo? —arrugó el ceño

—Ethan se escribe con h en medio —murmuré—. Y Cox es con x no como lo escribiste.

—Ah —asintió para sí mismo—. Sí, algo me lo dijo. Disculpa por eso, viejo, no suelo tener mucha ortografía.

Estoy seguro de que incluso un niño de cinco años podría escribirlo bien y sin equivocarse. Esto es un insulto para la gramática.

—Da igual —lo solté—. Es un gusto, por cierto.

—Igualmente —volvió a sonreír, alegre

—Mike tiene tu edad —añadió mi abuela—. Y pensé que, ya que seremos vecinos por una temporada, podrían llevarse bien. Quizás ser amigos.

«Amigos»

Uhm... no suelo llevarme con ese término

—¡Seguro! —exclamó él—. Me gustan los amigos.

—A mi igual —murmuré, entre dientes—. ¿Podemos irnos? Hace frío.

Mi abuela asintió, usando mi brazo para engancharlo con el suyo y así empezar a caminar.

Invierno de colores✓Onde histórias criam vida. Descubra agora