—Ten mucho cuidado —le dije, y él me sonrió—. Dios, Thomas. ¿Quién eres y qué has hecho con mi hermano?

Volveríamos a vernos.

—Cuidado con las escaleras —dijo Harry una vez estuvieron todos listos, repitiendo las palabras de Luna.

—Nos vemos luego.

Harry y yo nos dirigimos al pasillo que conducía hacia la torre de la que habíamos salido, dispuestos a deshacer el hechizo y rescatar a Luna, Hunter, Minerva... y a Eco.

—Esme, espera —dijo Harry al llegar a las escaleras. Sus dedos apretaban mi muñeca con fuerza. Me di la vuelta y le miré a los ojos, que se habían teñido de miedo y tristeza—. Quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado.

Un torbellino de pensamientos inundó mi cabeza. Los quise expresar todos, pero me sentía abrumada y ninguno salía como yo deseaba, así que opté por el más sincero de todos: pasé los brazos alrededor de su cuello nuestros labios hablaron por sí solos. Juntos podríamos comernos el mundo. Harry era todo lo que necesitaba para armarme de valor y enfrentarme a la verdad sin miedo.

Apoyó la frente en la mía.

—Si me pasa algo ahí...

—Pero qué estupideces estás diciendo. —Intenté reír para apaciguar un poco su temor; tenía que ser valiente. Harry estaba muy serio.

—Escúchame, por favor. —Me cogió de los brazos al ver que comenzaba a protestar—. Si me pasa algo, nunca me olvides. Prométeme que nunca te olvidarás de mí, Esme.

—Nunca podría olvidarme de ti —dije acariciándole la mejilla.

Harry asintió y me dio un último beso antes de seguir subiendo las escaleras. Cruzamos la puerta que antes habíamos derribado, y nos vi a nosotros mismos esfumarnos por el espejo.

—¡Oh, ya estáis aquí! —Exclamó Helë mientras se acercaba a nosotros. Tenía los ojos clavados en mi bolsillo—. Veo que lo habéis conseguido. ¡Bien!

Cuando me miró, sentí un vacío, me sentí sola, pero entonces el color verde del bosque se interpuso entre esa sensación y yo y me llenó de esperanza.

—¿Para qué nos quieres? —La desafió Harry.

—No hablo contigo —respondió Helë con desprecio.

—No pararé hasta que nos digas por qué estás haciendo todo esto. Ahora, habla. ¿Por qué?

Los ojos de Helë se encendieron en llamas. Con un chasquido de sus dedos, nuestro alrededor volvió a congelarse, salvo Minerva, Harry, yo y la princesa Eco.

—Ahora ya os tengo a los tres. —Sonrió cínicamente, como si se hubiese olvidado de su hermana.

Las plantas soltaron a Minerva con cierto estruendo y esta cayó de bruces al suelo. Me di prisa en acudir a ella y ayudarla a levantarse. Se apoyó en mi hombro; sus ojos no mostraban nada más que odio puro hacia Helë, que personificaba la envidia, la cobardía y la ira.

—¿Para qué nos quieres? —Insistió Harry, pero ella volvió a ignorarle.

Helë estaba más interesada en acercarse a nosotras. Sabía cuál era su objetivo y no me gustaba ni un pelo. La perla seguía en mi bolsillo.

—La tenían ellas, ¿a que sí? —Me habló, sibilina.

Sentí que Minerva se aferraba más a mi chaqueta y se encogía de miedo. No la culpaba, yo también estaba aterrada, pero no quería darle el gusto de que lo viera.

Greenwood II SAGA COMPLETAWhere stories live. Discover now