⁕One Last Time ⁕

⁕ IX ⁕

Hongjoong se enamoró de cada paso que daba, su corazón era tan ligero como sus pasos, como el aire, o copos de nieve revoloteando como volutas en el suelo en el aire otoñal cada vez más frío. Finales de otoño y pronto invierno.

Todo para Hongjoong parecía reducirse al tiempo. El tiempo se escapaba, el tiempo se acababa. El tiempo se detenía, pero solo cuando Seonghwa estaba cerca. Y ahora más que nunca parecía detenerse en su reloj de arena, ni un grano de arena se movía mientras bailaban por el espacio, liberales en los movimientos, sin miedo. Amaba el agarre de las manos enguantadas, una contra su palma tan delicadamente, la otra contra su cintura presionándolas juntas. Era un deleite borroso, uno en el que Hongjoong disfrutó mucho. Estaban tan cerca, más cerca que la noche anterior, pero Hongjoong nunca sintió calor, como si los vientos del norte lo estuvieran refrescando. Bailaron por la entrada, el lado izquierdo, el lado derecho y por todas partes en el medio. Ocuparon espacio, respirando cada molécula de aire. Seonghwa extendió su brazo y giró a Hongjoong antes de traerlo con gracia.

Hongjoong soltó una carcajada y sonó como música para Seonghwa. Sintieron que los corazones de los demás tiraban hacia el otro. Hongjoong ahora se inclinó más y más cerca de Seonghwa, ya no tenía miedo de las decisiones que había tomado. No importaba, porque sabía cuál sería su elección al final.

Luego volvieron a su baile, y Hongjoong había descansado su mejilla contra el hombro de Seonghwa, podía sentir la clavícula debajo de todas las capas de su ropa, una sonrisa cuando estaba tentado a reír una vez más mientras bailaban más allá de los espejos - una risa burbujeante. de alegría que murió en su garganta, era una cosa extraña. Un momento en el que el reloj de arena parecía estar goteando arena una vez más y, sin embargo, también se había hecho añicos por completo. Para, empieza, no... Las manos que lo sujetaban, que sentía que lo sujetaban, no estaban allí en absoluto. El cabello oscuro, la figura esbelta, los ojos azules que amaba, nadie estaba allí.

Hongjoong estaba bailando solo.

Al principio, Hongjoong estaba congelado en hielo, como si alguien hubiera dejado caer un balde sobre su cabeza y todo se solidificó, convirtiéndolo en piedra. Entonces, el aire y el viento entraron en él como una fuerza a tener en cuenta. Un tifón, un huracán, lo derribó y lo devolvió a la vida, a una realidad horrible. Miró a Seonghwa, desde el suelo su cabeza ahora se volvió hacia el hombre que estaba allí y no hacia el espejo que representaba el abismo.

Había una tristeza traicionera en esos ojos del océano, arremolinándose como una disculpa, derramándose sobre los muelles como una tormenta. Con los labios afelpados entreabiertos, miró fijamente al señor caído y sin aliento, que ahora estaba sin aliento por el miedo y no por el deleite que tenía hace unos momentos. Los momentos que desesperadamente quería recuperar.

"Debo disculparme", comenzaría Seonghwa. Hongjoong se quedó en silencio, nunca antes había visto tanta tristeza, ni siquiera en sus propios ojos en sus momentos más desesperados. "No he sido completamente honesto contigo".

Hongjoong apenas podía hablar, estaba atrapado en el momento, los dolores agudos le reprimían el estómago con ansiedad, pero ni siquiera podía hacer una mueca de dolor. No, la conmoción estaba registrada casi permanentemente en sus rasgos.

"Puede que no sea inmediatamente obvio, pero no soy un humano ordinario. De hecho, diría que algunos no me llamarían humano en absoluto".

Hongjoong deseaba llorar, si Seonghwa no era humano, ¿cómo podría casarse con él? ¿Cómo podría tomar su mano y estar con él? Por un momento su mirada parpadeó como fuego, sofocando en su propia ceniza. Tenía muchas ganas de llorar, pero se tragó la emoción: el deber. Así que volvió a mirar hacia arriba.