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| | Cap. 4 : Amigos | |

Atsushi lo miraba con expresión consternada.

—¿Qué le pasó a tu mano? —preguntó con preocupación.

Apartó su mano bruscamente de la del más bajito.

—nada importante.

—Claramente estás lastimado, Akutagawa.

—No es nada. Vamos o no llegaremos a la primera clase.

—tengo clase hasta dentro de dos horas.

—¿entonces por qué llegaste tan temprano?

—quería verte.

Akutagawa quedó mudo.

Era ridículo, ¿Por qué querría verlo?

Nadie quería verlo, la única persona que alguna vez había querido hacerlo lo había botado, ¿Por qué alguien más querría hacerlo?

El albino tomó su mano sana y comenzó a guiarlo por los pasillos de la universidad.

—¿Qué crees que haces?

—te llevo a la enfermería.

—ya te dije que esto no es-

—y a mí no me importa, estás lastimado, estás sangrando, eso se puede infectar. Así que te callas y me dejas llevarte a la enfermería.

No sabe por qué, pero enmudeció y se dejó arrastrar por Nakajima.

Sus oídos escuchaban algo parecido a la estática, eran los murmullos de las personas que los veían pasar.

Pero a él no podía importarle menos eso.

Estuvo en algo parecido a una bruma durante todo el trayecto y cuando se dio cuenta, ya estaba sentado en una de las camas de la enfermería.

Miró a su alrededor, no parecía haber ni un alma más aparte de la suya, hasta que volvió a toparse con el irritante muchacho, que llevaba un kit de primeros auxilios en sus manos.

Solo Higuchi se había molestado en tratar sus heridas.

Pero Atsushi estuvo ahí, desinfectando con cuidado la zona de la herida y curándola, aún pese a que se quejaba constantemente del ardor.

—eso duele.

—pues sé más cuidadoso o deja de involucrarte en peleas estúpidas por cualquier cosa.

Era la primera vez que alguien le decía eso, o la primera vez que le importaba un poquito que alguien se lo dijese.

—no.

—entonces aguántate. Dios, ¿Quién te lastimó y te hizo tener la guardia siempre en alto...?

[ De Regreso Al Presente ]

—¡Buenos días Akutagawa!

—¿Por qué carajos me llamaste tan temprano? —espetó para sucesivamente dejar salir un bostezo.

Hubo unos segundos de silencio leve antes de que Nakajima respondiera a esa pregunta.

—bueno, es que... me siento un poco solo —confesó—. No estoy acostumbrado a estar solo en la casa.

—¿Tienes muchos hermanos? —la pregunta le salió en automático.

—algo por el estilo —no parecía tener ganas de indagar en detalles, así que Akutagawa prefirió no hurgar más—. En fin, ¿Quieres ir a caminar conmigo?