34: Una muy enojada Hermione

Magsimula sa umpisa
                                    

— ¡Salí corriendo detrás de ti! ¡Te llamé! ¡Te supliqué que volvieras!

—Lo sé —admitió él—. Lo siento muchísimo, Hermione, de verdad que...

— ¡Ah, conque lo sientes! —Y soltó una risa aguda y descontrolada. Ron miró a Harry en busca de ayuda, pero éste se limitó a hacer una mueca de impotencia.

— Te presentas aquí después de semanas... ¡semanas!, ¿y crees que todo va a solucionarse con decir que lo sientes?

— ¿Qué más puedo decir? —saltó Ron.

— ¡Pues no lo sé! —bramó Hermione, y añadió con sarcasmo—. Busca en tu cerebrito, Ron; sólo te llevará un par de segundos.

— Hermione —intervino Harry y yo le hice un par de señas para que se quedara callado—. Acaba de salvarme la...

— ¿Y mi varita, Harry? ¿Y mi varita?—  empezó a ir rápidamente hacia mi novio, el cual muerto de miedo empezó a retroceder hacia atrás y casi agarrarse al tronco del árbol detrás de él asustado de Hermione—. Harry Potter dame mi varita!

— No la tengo!—  el logró decir apenas, 

—  ¿Por que tiene tu varita?

— No importa porque tiene mi varita—  luego se fijo en el objeto colgando de la mano derecha de Ron—. ¿Que es eso? 

Mi amigo pelirrojo elevó el horrocrux abierto en alto con una tímida sonrisa, orgulloso de si mismo.

— ¿Que es eso? Lo destruyeron? — luego se fijo que en la otra mano Ron traía la espada con incrustaciones de rubíes—. ¿Y como es que de pronto tienen la espada de Gryffindor?

— Es una larga historia, pero la explicación que busco es porque no le has dado una abrazo a tu persona favorita en todo este mundo— intervine atrayendo por fin la atención de Hermione que para sorpresa de los otros dos pero no para la mía, fue hacia mi en grandes pasos y me abrazó con fuerza. Yo sonreí y la abrasé con la misma fuerza sin querer soltarla, abriendo los ojo vi que tanto Harry y Ron se daban una mirada que decía claramente "las chicas están locas"

— Espera abrazas a Laila y a mi me golpeas?— Ron exclamó.

— Ella se fue por tu culpa. Laila solo no quería que te mataras!— Hermione exclamó con fuerza, apunto al pelirrojo con desdén—. No creas que esto cambia nada.

— Por supuesto que no, solo destruí un maldito horrocrux! ¿Por que cambiaria algo? Escucha, quise volver en cuanto me fui. Pero no los encontramos. Sabía que no estaban muertos. En El Profeta no se habla más que de Harry, y en la radio también; los están buscando por todas partes, no paran de circular rumores e historias disparatadas. Estaba seguro de que si les pasaba algo me enteraría enseguida; no te imaginas lo duro que ha sido...

—¿Duro para quién? ¿Tal vez para ti?

La voz de Hermione sonaba tan aguda que, si seguía así, me iba a romper los tímpanos ; pero había alcanzado tal nivel de indignación que se quedó momentáneamente sin habla, y Ron no desaprovechó la ocasión:

— ¡Quise volver nada más desaparecerme, pero tropezamos con una banda de Carroñeros y no pudimos a ninguna parte!

— ¿Una banda de qué? —preguntó Harry, 

—Carroñeros. Están por todas partes; son bandas que se ganan la vida atrapando a hijos de muggles y traidores a la sangre. El ministerio ha ofrecido una recompensa por cada individuo capturado. — explique recordando ese momento en el callejón—. Como solo éramos nosotros dos y estamos en edad escolar, se emocionaron mucho, porque creyeron que éramos hijos de muggles. Tuvimos que improvisar. Ron era Stan Shunpike y yo Elizabeth Shunpike.

Laila Scamander Y Las Reliquias De La MuerteTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon