Primera vez

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Lo único que rondaba su mente era; ¿Cómo hemos llegado a esto? Solo recuerda llegar a su finca algo cansado por los entrenamientos constantes y duros que tuvo con Sanemi y de repente esto. Tenía a Genya acurrucado entre sus piernas de una manera algo cuestionable mientras su cabeza rapada estaba en su pecho lamiéndolo sin dejar una sola parte de su pecho sin saborear mientras él solo podía cubrirse la boca y rogar por que nadie entrara. Genya sabía que dentro de una hora aproximadamente llegarían todos los pilares y algunos cazadores a su finca para celebrar el asesinato de las lunas superiores 6, 5 y 4. Nunca propuso su preciado y actual hogar pero lo escogieron al ser el segundo con más espacio ya que el primero era la finca mariposa y ahí estaban muchos pacientes curándose y en rehabilitación. Maldecía el día que se le ocurrió pedir una finca con mucho terreno, él solo quería tener zona al aire libre para entrenar y ver las nubes cómodamente no para que se colaran allí a hacer una fiesta.

Algo que lo trajo al mundo real fue que Genya mordió su pecho lo que le sacó un gemido ahogado por intentar haberlo retenido, el mayor no cesó con sus mordidas. Ni un minuto paso cuando comenzó a succionar el punto más sensible del menor lo que lo hacía soltar jadeos y de vez en cuando pequeños gemidos rogando, algunos le rogaban que se detuviese y otros de rogaban más, así que decidió cumplir el deseo de los que pedían más. Extendió su mano y rebuscó algo en sus bolsas, obviamente tenia esto planeado desde hace mucho solo que nunca sabía comenzar y ahora que era su momento no iba a desperdiciarlo, pero antes de nada se separó y disfrutó las vistas que tenía bajo su cuerpo.

¿Quieres que siga? No lo haré si no quieres - Preguntó el semi rapado viendo atento al de pelo largo buscando una respuesta por mientras acariciaba cuidadosamente sus mejillas con una sonrisa boba, algo que nunca se le quitaba cuando se trataba de Muichiro.

Quiero que sigas, por favor no pares y termina rápido pero no pares ahora - Dijo del más pequeño abrazando el cuello del más alto acariciando su marcada espalda. Entendía perfectamente el porqué de la pregunta, era la primera vez de ambos y quería hacerlo sabiendo que ambos lo iban a disfrutan conscientemente de hacerlo y sobrios, sin una sola gota de alcohol en sus cuerpos, para que los dos pudieran recordar esa primera vez como algo genial.

Al oír que el contrario de daba completa libertad para seguir desabrochó el cinturón, se lo quitó, agarró el lubricante de su bolsa, el cual llevaba unos tres días ahí esperando que por fin diera ese primer paso, bajó lentamente sus pantalones y se embadurnó tres dedos de los cuales dos se quedaron fuera de la pequeña y estrecha entrada del menor, fue lento y con cuidado por si le pedía que parase o decía que no le gustaba pero nada de eso ocurrió, se quedó en silencio aguantando los pequeños gritos que quería soltar y guardando esas lágrimas que lo amenazaban con salir en cualquier momento. El mayor se quedo quieto al haber metido por completo el primer dedo, esperando que se acostumbrara al tamaño y le diera luz verde a meter el siguiente, lo cual hizo al cabo de más o menos dos minutos. Repitió ese completo proceso con el segundo dedo pero esta vez cuando le dio luz verde empezó a hacer movimiento de tijera con sus dedos para dilatar aun más la entrada, sabiendo que con tres dedos no se dilataría lo suficiente y le dolería.

Pasaron un rato haciendo movimientos de tijera o imitando leves embestidas con sus dedos, dos dedos. . . tres dedos. . . y ya estaba lo suficiente abierto pero no iba a ceder tan fácil, no lo iba a hacer sufrir obviamente pero quería que rogara. Empezó a mover sus dedos con una velocidad mayor y una fuerza algo más grande haciendo que de la boca del menor solo salieran jadeos y gemidos que ya ni intentaba retener, ¿Para qué? Si ya habían empezado y no iban a parar hasta que terminaran satisfechos. Pasaron unos ocho-diez minutos y Muichiro solo se impacientaba más, notaba que sus dedos no eran suficientes y su necesidad era cada vez mayor, intuyendo que el más alto no iba a dejarlo conseguirlo tan fácil empezaron las pequeñas suplicas cortadas la mayoría por los gemidos que iban al ritmo que marcaban las embestidas. Gemía su nombre, gemía por más, le rogaba y le suplicaba de todas las maneras que podía solo para tenerlo dentro.

Genya ya convencido por sus ruego sacó sus dedos logrando oír un pequeño suspiro de disgusto por parte del de ojos nublados al sentirse vacío. Lubricó todo lo que debía y entro, de una estocada ya que había visto que si lo hacía de una y rápido no le hacía tanto daño. Esperó de nuevo a recibir una señal del pequeño para moverse. La consiguió tras unos cuatro minutos. Empezó con un ritmo lento pero no tardó más de quince minutos en tener un ritmo completamente tortuoso para ambos aunque mayormente para el menor al recibir todo el impacto, pero no se atrevería a decir que no le gustó, ¿Era masoquista acaso? Si, lo era, lo acababa de descubrir pero amaba que lo sometiera, ya sea golpeando su zona posterior con fuerza y al mismo ritmo rápido que las embestidas o usando algún trozo de tela, el cual el rapado le colocaba en la boca a modo de mordaza o le ataba las manos para que no se pudiera negar a cualquier tipo de impacto brusco en su interior.

Tras unos diez minutos en esa posición cambiaron, ahora estando el mayor de pie y el más pequeño siendo sujetado por el antes nombrado de sus muslos mientras lo embestía sin medir su fuerza contra la pared. Cualquier persona que entrara a esa finca, aunque solo sea al jardín escucharía los altos gemidos de placer producidos por el pequeño y los golpes contra la pared, pero si entrara a la finca y se acercara a la habitación sería capaz de oír, entre los insistentes gemidos ahogados del pilar, los gruñidos del cazador de bajo rango y algunas nalgadas que proporcionaba este a la erótica escena que tenían montada. Acabaron rendidos tras casi cuarenta minutos de ajetreo, algo que cansó mucho a los adolescentes al ser su primera vez.

Ni si quiera podía caminar el de puntas color menta sin que le ardiera todo de cintura hacia abajo pero no se arrepentía de nada, por lo menos en ese momento. Cuando el mayor estaba saliendo de la habitación para darse una ducha vio a cierta peli rosa con su cara aun más coloreada que su pelo temblando y mirando el suelo lo cual espantó al pobre Genya que solo se metió de nuevo corriendo a la habitación para contarle a Muichiro de su reciente pero nada agradable descubrimiento.

El más bajo de los tres, con ayuda de Genya para mantenerse en pie, regañó a la mujer por meterse a su finca quince minutos antes de lo acordado ya que ahora todos los del cuerpo sabrían que se estaba dando amor con su novio de una manera un tanto particular. Lo único que podía hacer era rogarle a Buda porque Sanemi no los matara a ambos; a Genya por tener esas relaciones a esa edad y a Muichiro por tener esas relaciones a esa edad y además con su hermano.

Descubriendonos juntos II GenMui / MuiGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora