II. Mundo submarino

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Después de unas horas, la reina despertó dentro de una choza, con sigilo se levantó de la hamaca, observando los hermosos muebles y pinturas que se encontraban a su alrededor, el diseño era parecido al de su pueblo, ver una cultura como la suya le emocionaba tanto, nunca había podido ver alguna nación parecida sin ser alterada por la corona española.

Alteza, ha despertado, por favor acepte este cambio de ropa, k'uk'ulkan la espera.

Aymara volteo en dirección a la entrada donde una mujer entraba con ropa cuidadosamente doblada entre sus manos, la mujer era azul, sin embargo esto ya no le sorprendió, por lo que horas atrás pudo observar era normal que todos se volvieran azules fuera del agua — Con gusto aceptaré la ropa, saldré en un segundo, no es necesario que me ayudes.

Por supuesto, su majestad — La mujer salió y se quedó a un lado de la entrada del lugar esperando a que la mujer desconocida saliera de la choza.

Aymara observo cuidadosamente la forma de la ropa — Son telas hermosas, parecen hechas por mi pueblo, aunque con diferentes colores y formas, me pregunto si las fabricaran de la misma forma — se quitó las prendas necesarias para sustituirlo con el hermoso vestido que parecía haber sido confeccionado para ella, estaba justo a la medida. Resaltaba su cuerpo, aunque cubría más que la anterior ropa,  se colocó los accesorios que le proporcionaron y finalmente salió.

Estoy lista, puedes llevarme ante k'uk'ulkan.

La mujer tras la entrada se sorprendió al ver que efectivamente la mujer sabia como colocarse el vestido, incluso se colocó correctamente cada nueva joyería mandada a confeccionar por el rey, lo que no entendía era porque el rey pidió que fuera hecho como si fuera la futura reina, es decir, le había informado que efectivamente era una reina, pero para ese tipo de visitas solo se les daba ropa de realeza. — Claro, por favor sígame su majestad.

Aymara la siguió, admirando cada rincón que podía observar de la cueva, era tan hermosa, nunca había visto algo igual a pesar de haber estado en tantas cuevas.

Mi rey k'uk'ulkan, aquí esta su invitada — dijo la mujer mientras hacia el saludo característico del pueblo de Talokan.

Gracias Mactzil, puedes irte — tras esto la mujer recién mencionada se fue dejando a la vista a Aymara quien miraba curiosa al rey de Talokan, le interesaba su diferente vestimenta, ahora se veía aún más como un rey.

Este la miro intrigado, no había conocido a una reina, y mucho menos una que hablara su idioma, le parecía una mujer hermosa, no era un pensamiento certero, pero sabía que quería al menos una alianza con Aymara.

— Hablaré en otro idioma si no te molesta, no quiero que mis subordinadas escuchen nuestra conversación — comenzó a observar detenidamente a la reina — veo que acerté con la vestimenta. 

— Entiendo el idioma, y si, me quedo perfecta, gracias por el vestido y joyas, son muy hermosas.

— Lo son en el cuerpo de la persona correcta — dejo de mirarla para señalar la choza en la que se encontraban — bienvenida a mi hogar o una parte de él.

— Es un lugar muy hermoso, aunque supongo que por lo que dices estos son tus aposentos, ¿no es así? — dijo mientras se acercaba a observar de una manera más detallada los murales que pintaba anteriormente el rey.

— Así es, nos encontramos en mis aposentos, lejos de mi pueblo. 

— Estos murales— dijo mientras tocaba con cuidado la pared siguiendo los trazos secos con sus manos —  ¿son la historia de tu pueblo?.

— Así es princesa, hace mucho tiempo, más del que tú has vivido, el pueblo de mi madre habitaba en las costas, sufrían a causa de los conquistadores que solo trajeron sus guerras, enfermedades, un odioso lenguaje y un dogma de otro mundo. Mi pueblo le pido a Chaac, dios de la lluvia y abundancia, que los salvase, el dios le dio una visión al chamán, una planta que crecía cerca, dentro del mar, mi madre estaba embarazada de mí, ella no quería tomar la planta por el miedo de lo que podría hacerme, pero el chamán la convenció. Todos cayeron muertos después de tomarla, su vida ahí llego a su fin, pero la planta los hizo renacer, les quito la habilidad de respirar aire, pero les otorgo la capacidad de obtener oxígeno del agua. Ellos emigraron al mar y se establecieron, fue ahí donde nací, convirtiéndome en el primer hijo de Talokan, la planta me dio alas en los tobillos y orejas que apuntaban al cielo, era un mutante con la capacidad de nadar en el cielo, envejecía más lento y podía respirar el mismo aire de mis ancestros. Conforme envejecía mi madre añoraba la vida en la tierra, ella murió con el corazón roto, me hizo prometerle que la enterraría en sus tierras, sin embargo nada me preparo para lo que encontré, gente siendo esclavizada por esos sucios conquistadores, un viejo hombre de fe me maldijo cuando iba a matarlo, él me llamó "el niño sin amor" de ahí tome mi nombre, Namor, porque no tengo ningún amor por la superficie — el volteo a ver la pulsera de su madre, mostrando un poco de tristeza en su mirada seria.

KoriWhere stories live. Discover now