~Prólogo~

25 0 0
                                    


Hace varios años en cierta región, surgió una historia acerca de una criatura que hacía que los cerezos florecieran y se mantuviesen firmes y bellos la mayoría del año. Aquella criatura aparecía cerca de los finales del invierno, se sentaba debajo de cierto árbol de cerezo y con su poder las flores empezaban a abrir sus botones, pocas horas después saludaban al sol con todos sus pétalos extendidos.

Cuando se empezaba a notar que a los árboles se les caían sus pétalos, se decía que esa criatura se había marchado e instalado en un profundo sueño, del cual despertaría hasta la próxima floración.

Mucha gente afirmaba haberla visto portando una capa color morado pastel y sentada con la cabeza gacha, incluso algunos diciendo que le habían escuchado murmurar algunas palabras; mientras que otra gran cantidad de personas eran escépticas ante ello o ni siquiera creían que fuese verdad, pensando que quizá era algún ser que la gente se había inventado para atraer turistas a aquel lugar. Aunque, las personas que mencionaban haber visto al ser ciertamente se notaban con temor hacia él, sus labios temblando cuando hablaban o simplemente mostrando con su lenguaje corporal miedo.

Fulgur era un chico que no creía en ese tipo de cosas, como los fantasmas o seres fantásticos tan famosos en sus historias y que lograban despertar distintas emociones y reacciones en la gente que creía (aunque fuese hasta cierto punto) en su existencia. Para él simplemente eran cosas que habían sido creadas por el humano para fines recreativos y también porque las personas en ciertas situaciones, en lugar de guiarse por la lógica decidieron irse por algo más fantasioso.

Un ejemplo fácil: Se cae un jarrón sin razón aparente. Puede que haya estado mal acomodado y la persona no lo notó, o si estaba posicionado cerca de una ventana entonces tal vez había soplado el viento tan fuerte que lo derrumbó, pero no, a veces se elige creer que un espíritu vengativo hizo acto de presencia y quiso tirar tal objeto para hacer saber que se encontraba allí. Así que Fulgur había decidido no creer en ninguna de esas cosas que a su parecer eran absurdas pese a que varias veces lo llamasen aguafiestas.

Aunque no podía negar que de todas las historias que había leído y escuchado, al menos había una excepción que siempre le había llamado la atención: la del florecimiento de los cerezos. Cuando era más joven pensaba que era una historia linda y deseaba algún día poder toparse con la criatura. Si hacía algo tan bello como hacer florecer aquellos árboles, ¿cómo podría ser alguien maligno? ¿Sería aquel ser incluso más bello que lo que hacía crecer? Había visto varias ilustraciones de gente que alegaba haber dibujado exactamente cómo se veía pero él no creía que los dibujos estuvieran muy cerca de lo cierto.

Era realmente extraño que aunque Fulgur no creyera en absolutamente nada, haya podido tener una excepción. Él siempre sentía que algo lo atraía a esa leyenda y lo hacía creer, aunque fuese un poco. Era como si hubiese algo atándolo a esa historia. Ahora que había crecido, ¿Podrá él descubrir la verdad? y ¿Qué hará una vez que lo haga?¿La criatura realmente existirá?

Cuando los cerezos florecen // PsyborgWhere stories live. Discover now