✧ 𝟬𝟭 ❛𝗛𝗘𝗟𝗣𝗟𝗘𝗦𝗦❜ john laurens

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Supongo que porque algunos ya sabían quién era nuestro padre y no se atrevían ni a pedirle un baile.

Eliza, Peggy, y yo estábamos en una esquina de la habitación, riéndonos de cómo nuestra hermana mayor era continuamente emboscada por diferentes muchachos mientras intentaba llegar a dónde estábamos nosotras.

—En poco tiempo se enojara y empujara a uno de ellos —dijo Eliza.

Peggy y yo asentimos a la vez, con una sincronización rara que nos hizo reír.

Seguimos riendo y viendo los intentos de Angelica de sacarse de encima a los tipos coquetos, cuándo dos figuras entraron a la habitación, captando nuestra atención.

Y cuando digo “nuestra” me refiero a la atención de Eliza y a la mía.

Peggy siguió riendo, pero ya no escuchaba, no escuchaba a nadie en general. Fue como si todo se desvaneciera de repente, y lo único que podía escuchar eran los latidos de mí corazón y mí sangre bombear, creando un zumbido en mis oídos.

Mis mejillas se pusieron rojas, y sentí todo mí rostro calentarse.

Dos soldados jóvenes entraron a la habitación, abrazados y riendo, demostrando que claramente eran amigos. Las casacas azules de su uniforme los hacían pasar desapercibidos entre todos los otros soldados, pero sería imposible que no se distinguieran de una forma u otra.

Los mire con atención, y admire con el rostro colorado a uno de los dos, más específicamente al muchacho de pecas, ya que él me había llamado completamente la atención.

Eran guapos, y estoy segura de que lo sabían, ya que captaron la atención femenina solo riendo y bebiendo con sus amigos.

—¿Por qué se quedaron en silencio?, ¿Qué sucedió? —preguntó nuestra hermana menor, con rostro preocupado.

Nos habíamos quedado en silencio de repente e ignoramos totalmente a la pobre Peggy.

Me sentí mal de inmediato.

—Nada, solo me distraje —conteste y le sonreí, tratando de transmitirle tranquilidad.

—Me sucedió lo mismo y deje de prestar atención, nada más —Eliza también le sonrió.

Peggy solo se encogió de hombros y dejó el tema ahí, pero no volvimos a hablar. Estábamos las tres en la misma esquina, pero todo se volvió silencioso entre nosotras, y nuestra hermana menor era la única que seguía soltando risitas mientras miraba a algunas personas hacer el ridículo.

Poco a poco me acerqué a Eliza, tomándola del brazo.

—¿Con quién intentas cruzar miradas? —le pregunté en un susurro.

Con la cabeza señaló sutilmente a uno de los muchachos que había visto, más específicamente al que tenía una pequeña barba y unos ojos brillantes.

Suspiré aliviada al ver qué no era el que me había llamado la atención a mí.

—¿Y tú a quién miras con tanta atención? —ella me devolvió la pregunta, también en un susurro.

Ahora fue mí turno de señalar con la cabeza.

Ambas sonreímos emocionadas.

—¿Cómo podremos acercarnos?

Eso asustó de inmediato a Eliza.

—No, no. Yo no podría, no tendría el valor de acercarme como si nada.

Asentí, sabía que tenía razón, yo tampoco podría, me avergonzaría de inmediato y antes de formular una oración ya estaría corriendo para alejarme de cometer un error.

𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦 | hamilton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora