-¿Perdona? –Dije incrédula- ¿Qué acabas de decir?

-Lo que oíste, cariño- sonrió- Muy pronto seremos familia

-No, tú sí que estás loca –suspiré- ¿Acaso no tienes dignidad? ¿Cómo puedes estar utilizando de esa manera a Samuell? ¿Quién te crees que eres?  -me crucé de brazos.

-Tú no sabes nada de mi relación con Samuell, así que no te metas en asuntos que no te importan

-Como quieras, pero déjame decirte que Maxwell nunca más va a ponerte una mano encima –me burlé- Ni siquiera por accidente

-A ver niñita estúpida –alzó un poco la voz- ¿Tú crees que porque le pediste a Maxwell que no se me acercara más, él lo iba hacer?

La miré curiosa y enojada a la vez. ¿Cómo sabía ella que yo le había pedido eso a Maxwell? ¿Acaso él…?

-¿Cómo sabes eso?

-¡Por Dios, Aila!, Maxwell y yo nos conocemos hace años, nos tenemos demasiada confianza y nos contamos todo

-¿T-todo? –dije con un poco de miedo.

-Todo –asintió- Él no me oculta nada, así que escucha muy bien lo que te diré –se acercó un poco más a mí- Te quiero lejos de Maxwell, no voy a permitir que porque en este momento tenga el lívido subido por tu maldita culpa arruines mis planes ¿entendiste?

-¿Cómo sabes lo nuestro?

-Yo lo sé todo, cariño, además lo que siente por ti es pasajero –sonrió con suficiencia –Ya se le pasará, en cambio, yo sí soy todo lo que él necesita a su lado

-Bueno, si no recuerdo mal, él me dijo que lo que pasó entre ustedes fue un error que nunca tuvo ni volverá a suceder –ataqué.

Vi cómo la mandíbula de Melissa se tensó, pero enseguida me dedicó una sonrisa y me miró a los ojos nuevamente.

-Eres tan estúpida y tan insolente que solo me das pesa, Aila

-No estoy dispuesta a soportar insultos, Melissa, sobre todo si vienen de una arpía como tú

-No te hagas la inocente, por fuera te haces la niña frágil he ingenua que no mata ni una mosca, pero en realidad te la pasas revolcándote en la cama de tu propio padre

No lo soporté más y le di una fuerte cachetada, no iba a permitir sus insultos, me lastimabas demasiado, pues yo sabía que en el fondo, Melissa tenía toda la razón en lo que decía.

-¿Quién te crees que eres para hablarme así, estúpida? –alcé la voz.

Ella me observó de arriba hacia abajo, despectivamente.

-Me creo lo que soy, una mujer ardiente, la mujer que Maxwell va a extrañar cada vez que se acueste contigo –sonrió- A ver si lo entiendes Aila, nadie lo sabe enloquecer como yo

-Sí crees que me voy a sentir menos mujer que tú, te equivocas

-¿Tú una mujer? –Alzó ambas cejas- Apenas tienes veintiún años, por dios –se burló.

-Pues sí lo soy y tú estás dando patadas de ahogado solo para tratar de hacer flotar una aventura que ya se hundió hace mucho tiempo

-Eso es lo que tú crees, Aila
Melissa se acercó a mí para tomarme bruscamente del brazo y zarandearme bastante fuerte.

-Haber, muchachita estúpida. ¿Qué crees que vas hacer cuando Maxwell extrañe a una verdadera mujer en su cama?

-¡Suéltala! –la grave voz de Maxwell resonó en la sala- ¡Hey, Melissa!, ¡Suéltala!

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