Aliados

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No podía creer que realmente habían salido esas palabras de su boca.

—Tienes una forma bastante peculiar de pedir las cosas, pero eso te hace único y especial para mí. Nada me haría más feliz que convertirme en tu esposa.

Su mirada reflejaba sinceridad, tanto como sus palabras, por eso no iba a dudar sobre mi respuesta. Por supuesto que quiero esto y más con él.

—No quiero arruinar el momento, pero ya es hora. Va a encontrarse con sus aliados. Son a esos a los que no podemos dejar escapar.

—Entonces, ¿no buscarás la forma de atrapar a ese infeliz hoy?

—Primero debemos saber quiénes son sus aliados. No hay necesidad de actuar precipitadamente.

[...]

Estuvimos esperando el tiempo suficiente para no levantar sospechas, pues Max se había ido de la mesa con una mujer que vino a buscarlo y ambos se fueron en dirección a una habitación que quedaba justo al final del pasillo. La misma estaba siendo custodiada por dos hombres de negro.

Notando que no podríamos acercarnos, a Sebastián se le ocurrió la idea de que entraramos al baño fingiendo estar borrachos. Estando en el interior, me pidió que resguardara en la puerta y me mantuviera detrás de ella, luego sacó de su bolsillo un aparato que podría fácilmente confundirse con un celular, pero en el interior guardaba algo más, y era como una especie de membrana de las que utilizan en los estetoscopios. Fue moviéndolo sobre la pared, acercando su oído para oír a través de el.

—¿Crees que puedas oír algo a esta distancia?

—Sí. Hay varias voces en la habitación, al parecer son más de uno.

Frunció el entrecejo de la nada, como si estuviera tratando de concentrarse y, al mismo tiempo, como si hubiese escuchado algo que captó su atención e interés.

—¿Pasa algo?

Me hizo seña con su dedo índice para que fuera hacia él y no lo pensé dos veces para acercarme.

—Necesito que me confirmes una cosa.

—¿Confirmarte qué?

Me dejó el espacio suficiente para que pudiera oír la conversación que estaban teniendo al otro lado. Había varias voces y sonidos que, al menos no eran demasiado fuertes como para escuchar abiertamente la conversación. Estaban hablando de Kiran Harper y de cómo iban a deshacerse de él, supe que debía ser la voz de ese tal Max cuando agregó que quería a la mujer viva, asumí que debía tratarse de Esmeralda. Pero lo que me dejó helada no fueron tanto sus macabros planes de cómo iba a cobrarle con creces lo que le hizo, fue haber reconocido la voz que le respondió.

Miré a Sebastián, retrocediendo dos pasos, impactada al escuchar la voz de mi padre al otro lado, cuando todo este tiempo lo había dado por muerto. 

—Tu reacción deja en evidencia que he acertado. 

—¡Esto no puede ser! ¡Mi padre no puede estar vivo! ¡Yo lo vi subirse a la camioneta! ¡Yo vi sus extremidades regadas por toda la carretera y el anillo en su dedo! ¡Tú también lo viste!

—Baja la voz.

—¿Qué está pasando aquí, Sebas?

«Claro, ellos debían ser realmente amigos. Después de todo, mi padre le abrió las puertas de nuestra casa. Si no hubiera sido alguien de confianza, mi padre no lo habría hecho. Ahora bien, ¿cómo y por qué lo hizo? ¿Qué está pasando aquí? Yo necesito respuestas».

—Es evidente que están confabulados para acabar con Kiran.

—¿Tú no sabías nada sobre esto?

—No. Fui contratado por tu tío, ¿lo has olvidado?

—Sí, pero mi padre te dejó a cargo de mí.

—Si analizamos detenidamente todos los acontecimientos, hace lógica esta unión desde el comienzo. Tu padre es enemigo de Kiran, por lo que esté planificando destruirlo es comprensible. Por otro lado, tu tío está muerto y es probable que él también lo haya planificado para deshacerse de él. Después de todo, le estaba ligando a la mujer.

—Entonces, ¿sí había algo entre mi madre y mi tío?

—Tu tío estaba enamorado de tu madre, tengo entendido que ella una vez sucumbió a sus encantos y esto provocó que él se obsesionara con ella. Al límite de que estaba dispuesto a acabar con tu padre con tal de quedarse con ella. Ahora bien, volviendo a lo que realmente importa. Max secuestró a tu madre, pero la dejó escapar muy fácilmente. Siempre me estuvo curioso que pudiera salir ilesa y sin un solo rasguño luego de ese secuestro. Todo esto fue planificado y la ficha faltante para encajar todo este rompecabezas era él. Aunque no sé si tu madre esté del todo enterada.

—Tenemos que hacer algo, Sebas.

—Sí, pero sé que no estás preparada para mis soluciones. Para evitar situaciones entre nosotros, lo mejor será dejar esta situación en las manos de Kiran.

—Pero él te pidió que le ayudaras y quedaste en hacerlo.

—Pero no contaba con esto.

—No podemos dejar las cosas así. Tenemos que detenerlos.

—Perfecto. Entonces no me responsabilizo de lo que suceda con tu padre.

[...]

Salimos del baño, tropezando con nuestros propios pies y haciendo zig zag, adoptando ese papel de embriaguez en su mayor expresión. La idea era ganar territorio y acercarnos lo suficientemente a la puerta donde estaban reunidos y lo habíamos logrado.

—No pueden estar aquí. Esta es una zona prohibida— dijo uno de los hombres de negro que llevaba gafas, cruzándose en nuestro camino.

—¡Ay, por Dios, qué pena! —me enderecé, asegurándome de que la punta del tacón estuviera derecha—. Como si nos importara— le di una patada en los genitales y Sebastián se encargó de darle un fuerte empujón contra el otro hombre, desenfundando el arma que cargaba en la cintura el sujeto que golpeé y disparándole en la cabeza.

Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos, cuando usó la cabeza de otro hombre para reventar la puerta. Nuestra forma tan agresiva y peculiar de entrar llamó por obvias razones la atención de todos los que estaban ahí reunidos. Los guardaespaldas que yacían en el interior nos apuntaron con sus armas largas.

Había un total de siete hombres en la habitación, los únicos que conocí fueron a mi padre y a Max por el casco negro de motociclista.

—¿Laia? — mi padre se veía sorprendido de verme ahí.

«Es un maldito mentiroso e hipócrita».

Dulce Veneno 2 [✓]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant