Capítulo 2.

5 1 0
                                    

Este día no empezó tan bien como de costumbre y para empeorar mi alarma no sonó, un completo desastre.

Cuando les dije que Melissa me hacía mal no mentía, no sé como explicarlo bien pero no duermo por pensarla; ayer luego de escribir aquella larga carta en forma de poema no pude mantener la mente en blanco. Johnny me mira como si estuviera loco, siempre tan expresivo.

Al levantarme de la cama me sentí mareado y caí sobre mis pies en la alfombra de pelo sintético.

—¡UGH! ESTO NO PUEDE EMPEORAR MÁS.

intenté pararme con todas mis fuerzas pero no lo logré.
Creo que nunca oí correr a mamá tan rápido en toda su vida más que hoy. Entró en el cuarto dando un portazo que dejó un agujero en la frágil pared de yeso.

—¡LISANDRO!, ¡LISANDRO!, ¿ESTÁS BIE- en ese preciso momento todo se volvió borroso.

....


El foco cegador estaba encima de mí cuando logré acostumbrar mis ojos al entorno, aunque no me podía mover ni hablar, solo pestañear.

—Hola, Lisandro. Yo soy el doctor Sedfy pero dime solo doctor o como te quede cómodo.- rió con tono grueso. —Sé que no puedes hablar, lo siento. Tuviste una contusión fuerte pero ya estás mejor, te voy a acomodar la cama; en cuanto tus dedos se muevan recuperarás los sentidos y si gustas hay gente esperando hace tiempo verte.

Quizá esta sería mi oportunidad.
Me alcanzó una pizarra pequeña y me dijo que no podría hablar por un tiempo así que traté de comunicarme lo más que pude con aquel objeto y un pequeño marcador azul.

Y la primera persona que entró fue Layla, una amiga que perdí con el cambio de ciudad. Realmente me tomó por sorpresa.

—L... ay...

Con los ojos llorosos me dijo —No te fuerces, sé lo mucho que te asombra mi presencia, solo estamos Zair y yo.- tomó mi mano y la acarició con la yema de su pulgar, esta tembló ante su suave toque y una lágrima resbaló por mi mejilla.
Me separé bruscamente y escribí en la pizarra "¿No vivías en Oregon?" borré y continué, "Gracias por venir, ¿Zair no va a pasar?"

—No, Zair sigue roto en llanto por mi llegada, me estuvo abrazando desde que me vio y tu mamá está en el hotel, aún trabajando. No ha tenido descanso para poder venir a verte y me pidió que te lo dijera.

Comencé a llorar junto a ella, únicamente moviendo las manos, limpiándome las lágrimas pero seguía costándome el poder hablar.

De repente su presencia me traía una diabética nostalgia. Solíamos ser inseparables pero a papá se le ocurrió mudarse, no muy buena idea debo admitir porque mientras veníamos en el camino y él estaba en un auto aparte la rueda pinchó, chocándose contra una columna. Y adiós, papá. De alguna manera su pérdida no me dolió tanto porque Zair todos los días me traía helado de sambayón para las penas, mejor sabor y no se discute.

Tosí de una manera incontrolable y cuando me pude detener hablé.

—Layla, g-gracias por ser tan amable conm- puso un dedo sobre mis labios y sus ojos irrumpieron en mi alma, como cuando éramos pequeños. Con su maldita mirada de líder que tanto me gustaba.

Y sin decirme nada salió de la habitación, detrás de ella entró Zair.

—Liso, yo estaba muy preocupado por ti y Layla vino, y yo solo pensé en... al fin estás aquí.

Me abrazó como si no me viera hace años y me pidió disculpas por el apretón ya que aún estaba débil, luego de eso lloró, lloró, lloró, lloró y lloró mientras continuaba abrazándome.

No entiendo nada, Layla viene, me dice dos cosas, me deja con la intriga y encima se va, después Zair tampoco puede hablar y solo me abraza. ¿Qué estuve? ¿10 años en coma? Hasta que me arrancó las palabras de la boca.

—¡DOS MESES, LISO! ¡DOS JODIDOS MESES! -dijo gritando enojado mientras lloraba.

De un momento a otro mi voz había vuelto.

—¿Y qué culpa tengo? Yo cómo iba a saber que me despertaría y me desmayaría, no entiendo nada, Zair tenme paciencia, por favor.

Me golpeó, de una manera nada gentil debo decir. —Perdón, es que me hiciste falta, ahora fui yo el que comía helado de sambayón en tu nombre. No lograron determinar que fue lo que hizo que te desmayaras pero si te golpeaste fuerte, de todas formas puedes mover los pies... ¿verdad?

Había olvidado contar un pequeño detalle. Mi forma de expresión favorita desde que tengo uso de razón fue la danza, realmente me relaja, me ha distraído de mis peores momentos y si no puedo hacer eso, no sé en qué descargaría la energía.

—Tengo un vago recuerdo de que al intentar pararme no pude, no me funcionaban las piernas. Tienes razon, no he probado moverlas.

Me senté sobre la cama y moví las caderas hacia el costado como para intentar pararme. Zair puso su brazo al rededor de mis hombros ayudándome a caminar y por suerte, sí, sí pude. El piso estaba helado cabe recalcar. Me ayudó a ir al baño mientras bromeaba sobre que iba a mirarme mientras lo hacía. Idiota.

Pasé toda la tarde con él, hasta que terminó el horario de visitas y tuvo que irse. No creí sentirme tan solo, cómo la canción esa que dice: Rodeado de personas pero soooolooooo. ¿La conocen? Ah. Bueno, soy esa canción pero sin estar rodeado de gente, solo, pero realmente solo. A pesar de tener a alguien cerca, siempre me siento solo, como si nadie me prestara atención del todo y el tener que volver a los estudios me hace querer dejar todo.
¿Y si me escapo?
¿Y si simplemente dejo todo atrás? Todos mis planes, mis metas, los estudios, mi familia, a veces lo pienso, más de lo que pienso que debería; Quizás aquello sería la solución a todos mis problemas, alejarme de todo y todos. Dicha idea me causaba nervios, nervios buenos; esa misma noche agarré mis cosas del hospital, me cambié y salí de la forma más sigilosa posible, lográndolo, yéndome, diciéndole adiós a todo.
Tomé un uber hacia el centro de la ciudad, nunca les dije donde vivo. Actualmente estoy viviendo en Canadá, donde nieva cada dos gramos de frío que hace. Realmente lo amo.

Mientras me encontraba hundido en mis pensamientos admirando el cielo y las luces de la ciudad a través de la ventana del auto mi celular sonó con su acostumbrado Body Moves, era Zair. No atendí. Es como si supiera lo que pienso o tuviera telepatía.
Estaba muy tranquilo como para que me  molestara aunque debería atenderle, no tiene por qué sufrir.

—¿Puedo ir a tu casa? - fue lo primero que salió de mi boca.

—Sabes que sí, te espero en la puerta con helado, ¿está bien?- Y corté.

El del uber ya tenía la dirección de Zair, ni siquiera pregunto si iba a ir o no, el gps indicaba que estabamos a pocos metros de la querida "Mansión Spitria." el apellido es tan... exótico. Y el mío tan, común. Mil veces me han dicho que parece el de la protagonista de Los Juegos del Hambre.

Kamu telah mencapai bab terakhir yang dipublikasikan.

⏰ Terakhir diperbarui: Dec 01, 2022 ⏰

Tambahkan cerita ini ke Perpustakaan untuk mendapatkan notifikasi saat ada bab baru!

Sempiterno.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang