6. A paso de tortugas.

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—¿Cómo qué no? Te los entregué hace días, antes de la fiesta.

—No lo recuerdo, sinceramente— sabía que mentía; yo misma se los había entregado en las manos.

—Te los di en tu propia cara.

—Puede que sí, puede que no. No estoy seguro. —negó con la cabeza lentamente, haciéndose el pensativo. —Tal vez si alguien sube al auto lo recuerde.

Ahí estaba. Sabía que toda era una artimaña suya para convencerme de entrar al carro. Reí después de escuchar su insistencia, notando cómo él también lo hacía.

—No te vas a detener ¿verdad?

—No. No lo haré.

—Pues que pena, porque ya llegué al paradero.

— Mira que justo se me antojó estacionarme aquí por un rato. Manejar me agota. —soltó un suspiro pesado y detuvo el auto. Isaac sabía fingir bien, aunque un tanto exagerado.

Traté de ignorarlo, aunque era imposible; él siempre lograba sacarme una sonrisa. Me concentré en mantener mi orgullo en alto; sabía que era una buena opción que él me llevara, pero no debía olvidar cómo se había burlado de mí en el elevador.

Pasaron cinco minutos en donde ningún autobús se dignó en aparecer. Casi me había rendido de esperar por uno, así que planteé un ultimátum a mi mente: Si no aparecía un bus en un minuto, subiría al auto de Isaac y perdería la batalla. Me alegré cuando un autobús apareció en la parada después de unos segundos, pero después de observarlo las ganas de irme en él desaparecieron.

La calle estaba poco alumbrada, resaltando el aspecto lúgubre del vehículo que tenía en frente; era un autobús viejo y su chofer dejaba mucho que desear, estaba aparentemente mareado por alcohol, algo que me sorprendió mucho, ya que se trataba de un transporte estatal; y para empeorar la situación, el bus estaba vacío, algo que definitivamente terminó por asustarme del todo.

Isaac pareció notar el evidente peligro al que me exponía, pues se bajó del vehículo y caminó hacia mí.

—Sube al auto, por favor.

Su tono era suplicante, y por primera vez en la noche sentí que verdaderamente estaba preocupado. Asentí con la cabeza sin decir ninguna palabra, y seguí a Anthonyson en silencio.

El bus partió, permitiéndome finalmente soltar el aire que había estado reteniendo.

—¿Ves por qué es necesario que yo te lleve? —Sus palabras albergaban cierto reproche.

—No pensé que...

—Tranquila. —Me dijo él, mientras ponía en marcha el auto. —Me encargaré de que nada malo te pase.

No fui capaz de comprender por qué esto último había causado cierta ternura en mi corazón. Isaac parecía siempre estar cuando lo necesitaba, y me preocupé cuando no pude encontrarle una explicación a todo eso. Era simplemente cómo si él hubiera sido creado para salvarme.

...

Había llegado el mes de abril, uno de los meses más complicados para mí. La primavera se apersonaba en la gran ciudad de Hopmond, pero ni siquiera la alegría de una nueva estación podría evitar que dejase de pensar que aquel día importante se acercaba. Sin embargo, debía enfrentarlo nuevamente.

—Es pasado mañana.

—¿No quieres que te acompañe? —la pregunta de Amanda me hizo pensar.

En unos días se cumpliría otro año de la muerte de mi padre, Wilfred Johnson. Para la ciudad de Merrel, aquella fecha era de celebración, pues se festejaba el gran carnaval en honor a su aniversario, sin embargo, para mi familia desde hacía muchos años se había convertido en el día más triste del mundo, en especial para mí.

Todos los años acompañaba a mi madre y mi hermana al cementerio general del lugar para visitar a mi papá y llevarle un hermoso arreglo floral.

—No iré.

—¿Qué? —Sabía que mi respuesta había sorprendido a Amanda. —Pero siempre vas.

—Sí, pero este año será diferente.

—¿Por qué?

—Mi madre y mi hermana decidieron participar en el carnaval de Merrel.—Hablé con indignación y enojo. —No es una fecha para andar festejando, es la muerte de mi padre, pero al parecer les da igual.

—Lamento que sean así. —respondió, tratando de comprenderme. —Pero si te animas a ir, puedes contar conmigo, sabes que no me negaré; igual pienso que deberías ir sí o sí, es tu padre; y tú familia irá de todas formas, aunque luego se vayan al carnaval.

—A veces me gustaría huir o desaparecer, simplemente.

—Lo sé, pero no puede huir de tu vida, Ame, y también debes dejar de reprocharle a tu madre por las cosas nuevas que está haciendo en la suya. Debes aceptar que algunos cambios son buenos.

—No estoy tan segura de eso. —respondí, soltando un suspiro, y me recosté en el espaldar de la silla.

Nada que trajera cambios en la vida de alguien podía ser bueno. Las cosas nuevas solo traen incertidumbre; cómo si camináramos en un pasillo oscuro pisando al azar, esperando no caer en el intento de continuar en el camino. 

...

IG: ponche_26

El Capítulo de Nuestro Amor © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora