Capítulo 4 Diferencias

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Editado

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Alten llegó a la entrada de la vieja casa de May justo cuando Jessy salía para ir a buscarla, sin poder reprimirse, la chica no pudo evitar comenzar a gritar de manera bastante incoherente que la tenía que ayudar.

—Ni lo sueñes sanguijuela. ¿Yo, ayudar a uno de los tuyos? ¡No me hagas reír!

—Escúchame estúpido, porque esto es tú culpa. ¡Si no me ayudas y pasa algo, te aseguro que te desgarraré el cuello!

—Me gustaría ver como rompes el tratado.

—¿Sí? Entonces me gustaría ver tu cara desencajada cuando le pase algo a May por vuestra maldita culpa.

—¿¡Qué!? —se quedó tieso, como si le hubieran lanzado un balde de agua helada encima— ¿De qué mierda estás hablando?

—Ah, ¿por fin reaccionas? —gesticuló y le empujó para que espabilase.

—Te juro que si le has hecho algo...

—¿Yo? No querido, yo no he sido, habéis sido vosotros, tú y tus amigos.

—¿De qué hablas? —dio un paso atrás, pues en su mente comenzaba a imaginar lo ocurrido y a recordar lo sucedido.

—Del poco tacto que tenéis para decir las cosas. Cuando se dio cuenta de que le dijisteis la verdad, omitiendo cosas, claro... salió corriendo hacia el bosque con ese estúpido chucho...

—¿Qué coño tiene que ver el perro en esto?

—¿No lo sabes? Cuando lo veas te darás cuenta, espero.

—Da igual, ¡maldita sea! Tenemos que encontrarla.

—¿Ves qué bien? Ahora parece que quieres ayudar, aunque de poco sirva. ¡No sé a qué esperas! —saltó la pequeña valla de madera sin esfuerzo y se dirigió hacia el bosque.

—¡No corras tan rápido monstruo!

La lluvia caía y caía, May se esforzaba por pensar de forma fría. Intentaba analizar la situación, era muy complicado, es un trauma enterarse de que seres así existen y, sin embargo, un cosquilleo le recorría por dentro.

—Jessy... —no fue más que un susurro escapando de su garganta— Espero que no esté enfadada...

—No, no lo estoy...

El grito proferido por el repentino susto se escuchó a varios metros a la redonda. De entre la maleza salió sin ningún tipo de esfuerzo Jessy, sonriendo tranquilamente pero con un intenso brillo en los ojos, casi podría decir que era de temor.

—Me tenías muy preocupada May... si te hubiera pasado algo por mi culpa jamás me lo perdonaría.

—Yo... yo lo siento tanto... —sollozó mientras llegaba a su lado y le acariciaba la cabeza con ternura.

—Te alteras demasiado May... Y tú, estúpida chupa-sangres —la miró furioso—. Si vuelves a dejarme atrás te corto la cabeza.

—Alten... lo siento... todo es culpa mía —no quería discusiones, en aquel momento necesitaba aclararse.

—No, fue mía por no saber controlar a Erina, debí haberlo explicado yo todo —imitando a Jessy, también se acercó y se puso de cuclillas para mirarla—. No acostumbramos a tener gente nueva, así que no sabíamos cómo llevar esta situación.

—Bueno —un profundo suspiro de Jessy rompió la incomodidad y las disculpas—, lo dejaremos en que todos tuvimos parte de culpa. Ahora, yo quiero explicarme —May la miró confundida, no pensó que hubiese más que decir—. No quiero que pienses que te voy a hacer daño, porque no es así. Los vampiros no somos cómo en las historias, no vamos matando a la gente, al menos no todos.

Luna Roja - DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora