🎄 3 Tomte 🎄

400 92 14
                                    

A pesar de la interminable búsqueda, el anillo no ha aparecido y ya me duele la lengua de repetirle a Hans que todo estaba marchando según lo pensado, aunque no fuera así

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A pesar de la interminable búsqueda, el anillo no ha aparecido y ya me duele la lengua de repetirle a Hans que todo estaba marchando según lo pensado, aunque no fuera así. Si no lo encuentro antes de que lleguemos a Estocolmo, no sé a qué otro lugar irá a parar su propuesta de matrimonio que no sea al concurrido carajo.

―¡Ah, mira que hermoso! ―Astrid subió de rodillas a la butaca y observó la llegada del tren a Copenhague, la capital de Dinamarca―. ¿Sabías que Walt Disney se inspiró en los Jardines Tivoli para crear su parque?

―Unas seis o siete veces desde que supiste que el expreso se iba a detener aquí. ―Cerré mi agenda de golpe y la guardé en mi bolsa mensajero.

Como parte del viaje, al llegar a Copenhague los pasajeros podrían pernoctar en un hotel que estaba cerca de la estación de trenes y el expreso retomaría su ruta en la mañana, luego de recibir a nuevos pasajeros.

―Tivoli es un lugar maravilloso, me recuerda a casa.

―Noruega, Suecia, Dinamarca... Me pregunto qué tendrán en común ―bromeé, lo que causó que me lanzara una mirada entre aprehensiva y divertida.

―No tu espíritu navideño, eso es seguro.

La velocidad del tren disminuyó hasta que, finalmente, se detuvo en el andén. Astrid y yo nos levantamos de la butaca e intentamos salir antes de que el gran número de pasajeros se perfilara a la salida. De lo contrario, estaba seguro de que saldríamos de último.

Por suerte, había decidido traerme pocas cosas ―solo pasaríamos una noche en el hotel, después de todo―, de modo que la bolsa apenas y pesaba colgada del hombro derecho. Astrid, sin embargo, se había traído la maleta más grande que tenía.

Después de pasar la inspección del boletero, que registró el código QR de nuestro boleto, nos dirigimos al hotel. La entrega de las llaves fue rápida y en cuestión de un parpadeo estábamos en el piso que nos designaron.

―¿Vas a salir esta noche? ―le pregunté a Astrid mientras ingresaba la llave en el lector de tarjetas.

―¡Por supuesto! ―Un pitido indicó que la puerta de su habitación ya estaba abierta―. No pienso perderme esa maravilla de espectáculo que es Tivoli. ¿Qué harás tú?

Le dije que no sé, que lo pensaría, y cada quien entró a sus respectivas habitaciones. No me atreví a decirle mis intenciones, porque no le había comentado sobre mi reencuentro con Klara. Aunque no la había conocido en persona ―mi hermana apareció en mi vida varios años después de que Klara y yo termináramos―, sí le había hablado de ella como una de las personas más importantes en mi vida y lo mucho que había dolido decirle adiós. Me habría pedido que se la presente, probablemente se llevarían de maravilla y de tres pasarían a ser dos en la conversación, y a mí me gustaba más idea de quedarme a solas con Klara.

Eso si lograba encontrarla. Estuvo conduciendo toda la noche, y pasada la mitad de la mañana se fue a dormir. Poco después, el tren anunció la llegada a la capital danesa. Ahora estaba en el hotel, pero ¿Klara también o prefería quedarse en el tren? ¿Era eso siquiera posible?

Expreso Navidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora