XXVI

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Al día Siguiente en la mañana, Cordelia abrió la ventana para afuera antes de irse con Navier. Respiro hondo un momento para silbar unos segundos y espero, como si esperara a alguien.

—¿Se siente bien, Duquesa Cordelia? —pregunta la sirvienta Elina.

—Si, solo disfruto el panorama —responde Cordelia saliendo del lugar.

Al llegar con Navier, su majestad habló con Cordelia de lo que había pasado con Lady Krista.

—Ella fue la reina de este imperio no hace mucho, —dice Cordelia tomando el té— es de esperarse que no deje el poder de una manera fácil a una persona que fue emperatriz en otro imperio.

—Si... —Navier afirma lo que dice— pero ahora Heinrey es el Rey.

—Y no se discute, —Cordelia suspira un poco— hay que conocer a Lady Krista, no hay que tenerla de enemiga, ya que tiene todavía poder e influencia en el imperio... supongo que se tendrá que planear algo acorde como se desenvuelve todo.

—¿Me ayudaras?

—En lo que desee, su majestad —responde Cordelia.

Cordelia pensaba en la situación en la que estaban ahora. Por alguna razón, se parecía a la de Rashta, una mujer trata de ganarse el favor de la alta sociedad para que la acepten en un terreno desconocido para ella.

Si bien la premisa son parecidas, como se desenvuelvetodo es muy distinto. Pensó Cordelia.

—¿En qué piensas? —dijo Navier, sabe que Cordelia está pensando en algo.

La conoce tan bien que sabe cuando está pensando o planeando algo.

—¿Sabes que Sir Yunim tiene una hermana? —dijo Cordelia ignorando su pensamiento de Rashta— Sería buena dama de compañía, temporalmente ¿No crees?

Navier pensó un momento la situación, Lady Krista tiene mucha influencia y que la hermana de el Capitán de la guardia real no sea dama de compañía, sería algo extraño.

—Le diré a Heinrey.

—Buena elección. —dice Cordelia— Si me disculpa, iré a dar un paseo en el jardín.

—Está bien.

Cuando Cordelia se estaba yendo, Navier le habló nuevamente.

—Cordelia.

—¿Si, su majestad?

—¿Qué hay de ti? —pregunta Navier— Puedo entender que no quieras, pero estamos en otro imperio.

Dama de compañía, estaba claro que Cordelia también estaba pensando en ello y que probablemente tendría que buscar a una para que no se comiencen a propagar rumores que no le convendría a ella.

—Veré que puedo hacer, su majestad —responde Cordelia.

Decidió dar un paseo tanto dentro del palacio, como en los jardines. Sabía que le tomaría más de un día conocer todo, por eso empezó de a poco para no causar sospechas.

Al estar en el jardín a quedarse viendo una flor en específico, se quedó pensando en lo que estaba pasando ahora.

No estaba en su zona de confort, todos los años que hizo su red, para dejarla en otro imperio ¿Y sería mejor disolverla? Ya era una Duquesa como para necesitar un poder oculto para sobrevivir en la alta sociedad. Sin embargo, apenas apareció ese pensamiento en su mente, lo desecho como si fuera basura.

No iba a dejar que el fruto de su esfuerzo de tantos años, se fuera por la borda. Tenía suficiente poder para que sus colibríes la siguieran a donde ella estaba y dejar algunos en el imperio de oriente para seguir informada, solo tiene que seguir viendo donde ubicarlos sin que se den cuenta.

La bastarda de los Trovi Where stories live. Discover now